El Carnaval 2022 puede soñar aún con una final de murgas. Todo, después de que el concejal de Fiestas, Alfonso Cabello, consiguiera una tregua en el último minuto de la reunión celebrada el pasado viernes con los representantes de los colectivos críticos. Tras casi dos horas de más reproches que propuestas encaminadas a salvar el concurso rey del Carnaval, los representantes de las murgas Diabólicas, Lali Carvajal; MasQLocas, Tania Fernández, y Mamelucos, con Airam Bazzocchi, ofrecieron una tabla de salvación a la que Cabello se agarró como un clavo ardiendo, ante un director artístico que lo acompañó en la mesa sin pronunciar palabra en ningún sentido. De celebrarse el concurso porque lo permite la pandemia, las fases serían del 13 al 15 de junio y la final, el viernes 17.

Javier Lemus, de Zeta-Zetas, lideró la opción de que debía ser ayer cuando se tomara una decisión definitiva sobre el formato del concurso, y así permitirle exponer a sus componentes si participaban o no en el próximo Carnaval. El director de la murga ganadora de tres primeros de Interpretación en cuatro años consideró que ya se habían dado varias oportunidades para seguir adelante con el concurso y ahora se trata de alumbrar certidumbres y no continuar prolongando la agonía, máxime cuando parece que hay que sacar a toda costa la gran final. Lemus planteó también a la organización sobre el hecho de qué va a pasar con los 9.000 euros que han invertido para sacar un repertorio. «Es que nosotros tenemos un tema y debemos tirar la mitad de la canción porque el Carnaval es ahora en junio y no en febrero ni en marzo». También el lugar de celebración del concurso les supone a Zeta-Zetas hipotecar su propuesta artística, otro motivo más para ir a lo seguro.

Zeta-Zetas creó tendencia entre los representantes, por más que el concejal de Fiestas y el gerente de la organización, Guillermo Martínez, la intentaron disuadir de que no se preocupara por el pago de la contratación, poniendo como ejemplo lo ocurrido el pasado año, cuando se le abonó el 70% de la contratación por un vídeo.

Javier Lemus no estuvo solo en su apuesta por una canción; nunca se llegó a determinar si a un tema, en modo concurso o en plan exhibición. Pero quedó claro que la mayoría no está a favor de un tema, y por ende no habría final, salvo que se repitiera algo ya escuchado en la fase. Por tanto, se estaba en la antesala de la muerte del concurso más esperado del Carnaval desde los años ochenta.

Y Lemus logró adhesiones a sus argumentos. Carlos Estévanez, director de la novel La Sonora –que tomó la batuta en Los Trabas para luego seguir en Ni Pico hasta emprender un proyecto propio–, expuso todo un argumentario de por qué arriesgar a toda costa con las murgas. «Lo más importante no son las murgas, sino sus componentes, y no podemos llevarlos al límite, poniendo en peligro su salud». Carlos Estévanez habló con verbo fluido y pronunciando palabras de peso, haciéndose escuchar y recriminándole al concejal de Fiestas que había tomado la decisión de aplazar el Carnaval de febrero/marzo a junio de forma unilateral. Si fuera por Estévanez, miraría a 2023. «Tenemos que ir a un Carnaval de mínimos», dijo. Pero ya en este lado del río, el director de La Sonora apostó por salir dela reunión con una decisión clara: un concurso a una canción o a dos.

Habló Adela Peña, directora de Burlonas, quien dijo compartir los argumentos de Javier Lemus, advirtiendo de los problemas que genera tanta incertidumbre en la ilusión de las componentes, sobre todo en cuanto volver a los ensayos. Los preparativos han sido un sacrificio, coinciden todos.

Desde las filas de Tras Con Tras, su representante fue en la misma dirección, pidiendo que se el modelo de concurso, porque el empeño de los componentes hace aguas con tantas incertidumbres. «¿Quién te dice a ti que en marzo o abril podremos ensayar?», incidió Javier Lemus.

Desde el fondo de la sala, Juani Padilla, de Desbocados, tras un alegato en el que cuestionó la falta de comunicación y la gestión del concejal de Fiestas, fue contundente: un tema, incluso a sabiendas de que en octubre, cuando se decidió tirar el Carnaval en febrero, apostaron por preparar dos. A su lado, David Díaz, de Ni Pico, que también es partícipe de ese formato: una sola canción.

La final parecía que naufragaba entre los reproches del responsable de Diablos Locos a Javier Lemus, que parecía más preocupado en imponer sus criterios. En una tímida intervención de Trabachones, su representante casi pidió perdón para decir que ellos se mantenían en su decisión, una canción en fase y otra en final.

Lali Carvajal, de Diabólicas, aprovechó ese balón de oxígeno para recordar que ellas no querían un concurso a dos canciones, pero ya han trabajado en ese formato, que entendía ya estaba decidido y no había vuelta atrás.

Tania Fernández, de MasQLocas, admitió que ella quiere un tema, pero sobre todo pidió salir con algo claro, y propuso fijar una fecha: el 14 de marzo. Ese día, si los grupos no han vuelto a los locales, solo se preparará un tema, y si el 18 de abril persiste la situación sanitaria, se replanteará el concurso. Cabello vio el cielo abierto en un intento de evitar pasar a la historia como el concejal que no ha celebrado dos Carnaval en la calle y, también, como quien figuró como edil de Fiestas cuando murió la final de murgas. Se agarró a este clavo ardiendo y lo defendió.

El concejal propuso otra reunión antes del 14 de marzo para valorar la evolución, pero todos la descartaron, mientras Airam Bazzocchi eludía un nuevo encuentro que permitiera visualizar cómo se desangran las murgas. «Lo hacemos automático: si el día 14 de marzo ya se puede volver a ensayar o estamos ensayando, de forma automática seguimos trabajando todos a dos temas». La afirmación fue avalada por el presidente de Bambones, que contribuyó a ganar tiempo para evitar que se desmorone el mayor concurso. La gran final podría tener las horas contadas en 2022.

Humberto Gonar eldia.es

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