Waldemar Lemanczyk se define como “director de arte y diseñador gráfico especializado en diseño de marcas gráficas, creatividad y comunicación visual”. En el deporte era poco conocido hasta que su trabajo fue escogido como logo del centenario del CD Tenerife. Pero aclara que el resultado final “dependerá de la comunicación integral”.

¿Cómo surgió la idea de participar en este proyecto?

Me he presentado a muchos proyectos, pero siempre he reivindicado que los concursos suelen ser especulativos, mucha gente presenta el trabajo y solo se premia a uno. La llamada a proyecto, como era el caso del CD Tenerife con la participación de DI-Ca me parece un sistema mucho más justo para la empresa y para el diseñador. Yo intento participar en los que puedo, pero finalista solo he quedado en dos o tres. He ganado en dos, en este y en un cartel de Carnaval en Las Palmas de Gran Canaria.

Pero le habrá llamado algo la atención del CD Tenerife o de la celebración.

En realidad, lo veo como un cliente potencial. El CD Tenerife es muy interesante porque tiene mucha repercusión, mucha llegada. Además, se trata de un sector diferente y eso convirtió el trabajo en interesante, porque es algo que yo no he tocado tanto. En museos, por ejemplo, igual tengo pocas probabilidades, pero este encaja en lo que yo puedo hacer.

¿Cómo ha sido el proceso?

Cuando seleccionaron a los tres finalistas, me planteé unas ideas, algo libre, sin tener el briefing delante. Después descarto ideas por las instrucciones que se recogen en ese briefing que ya tenía y hago mi primer análisis de competencia directa. Mi intención, por ejemplo, era evitar la ruta de otras cosas que se habían hecho en centenarios de otros clubes. Quizás haya hecho 200 bocetos, 10-15 folios en libretas. Con eso me hago una idea del trabajo.

Cuénteme cómo llega al producto final.
Los elementos son los que me dan para construir el símbolo y no quiero que la gente lo vea inmediatamente. No es ese el objetivo. La afición, que es algo fundamental, estará en la parte más publicitaria, que se implantará en su momento y será adaptado a los distintos soportes. He sacado cada uno de los elementos a través de una encuesta a aficionados y no aficionados. Elegí y empecé a construir. Pero hay que dejar claro que ese logo tendrá un desarrollo en fotografía, redes sociales, publicidad, participación de la mujer… Pretendía tocar lo máximo posible y creo que se ha conseguido. Pero aún no se ha visto. Es como ver la punta de un iceberg. Es solo la punta, hay mucho más debajo de ese poquito que se ve.

Descríbame lo que se ha visto.

El símbolo se compone de un cien, con dos ceros que son un infinito (como símbolo de perdurabilidad). El diseño es poligonal porque quise huir del redondeo de otros centenarios de equipos. A partir de ahí, quería integrar el Teide y la bandera. Eran dos elementos que llegaban del escudo, del que no podíamos prescindir. Entendí que no podías quitarlo, sino convivir, que fuera una armonización. La afición no quiere que toques el escudo, pero tampoco que lo sustituyas. Ese era mi planteamiento.

¿Qué valoración le da el club cuando le comunican que ha ganado su trabajo?

Me llamó el presidente y me dio la bienvenida a la familia. La verdad es que lo recibí con alegría. Pero no he preguntado el criterio, tengo que hacerlo tanto al club como a la asociación. Y tendré oportunidad porque el trabajo no ha terminado. Hay que tener en cuenta que el cliente siempre quiere que el logo sea adaptable, que encaje en unos objetivos. Por ejemplo, puedo plantear rotular un transbordador espacial, pero ellos son los que dicen si es viable. Mi propuesta tiene que adaptarse. Las llamadas a proyecto tienen una propuesta, pero siempre se hacen esas adaptaciones.

¿Cuál será ese desarrollo previsto?

Yo planteo una serie de elementos básicos, que tienen utilidad para el club. Otros los descarto porque considero que no sirven. He ido añadiendo cosas, pero no nos han definido aún el camino definitivo. Nos pedían un logo y la identidad corporativa de ese logo. Queda mucho por ver. Algo que se debe tener en cuenta del resultado visto hasta ahora es que cuantos más elementos añadas, más difícil es luego la implantación. Por eso, aprovecho las tres semanas para elaborar el proyecto, te lo presento y luego desarrollamos bien. El cliente te dice lo que vas a necesitar, pero luego surgen otras cosas. El club es el que decide porque tiene su estrategia para el centenario. De momento, he ganado una imagen y ahora se tiene que integrar con lo que el Tenerife quiera desarrollar. Como ejemplo, Santa Cruz saca el corazón de Tenerife con una llamada a proyecto. La ganó Valladares, él presentó una propuesta y no se enseñó. Se presentó más tarde el desarrollo. Pero esto de ahora es solo el primer paso.

¿En qué consistirá ahora su trabajo?

Por haber ganado, te tienes que comprometer a presentar X soportes y mi obligación es adaptarme a lo que necesites. Al final intento que sea justo tanto para mi cliente como para mí. Durante meses puedo dedicar una serie de horas y, si el club le interesa, puede extenderse esa colaboración o no.

¿Y cuál debe ser el resultado? El producto final por así decirlo.

Pues se verá con el tiempo. La identidad corporativa no se puede basar en un logo. Todo es más digital hoy en día, tienes que meter animaciones, añadir cosas… Si el Tenerife quiere cambiar o sumar, llegaremos hasta donde ellos quieran. Es un proyecto que puede llegar a ser enorme.

¿Le sorprendieron las reacciones al anuncio del logo y las críticas recibidas?

Ha sido muy estresante. Me pasó en los temas de Carnaval, de cartelería. Recibías palos, pero cambiando de estilo y todo recibías de nuevo. Daba igual si era escultura o papel, si mantenía una idea o la cambiaba. Pero aquello era más divertido. Esto ha sido más agresivo, como un ataque personal. Lo he sentido sobre todo por parte de un medio de comunicación. No lo entiendo. Yo solo quiero trabajar, pasaba por aquí, he hecho un trabajo para un cliente y lo que me importa es que cumpla su objetivo para este centenario el CD Tenerife, que el cliente quede satisfecho y yo pueda aportarle todo lo que sé. Vivo de esto porque soy autónomo. Y aquí parece que tienes que tener amigos en todos lados para prosperar. En las redes no ha habido gente con mi bandera, defendiendo a Waldemar, porque yo les he pedido que no se inmiscuyeran. No quería generar malos rollos. Si la gente quiere atacar o faltar al respeto, adelante. Pero hay unos límites. Espero no tener que hacer una denuncia si se pasan de la raya.

Da la impresión de que se presentara el resultado que se presentara…

Sí, pasa mucho hoy en día. Mucha gente, por ejemplo, lee solo los titulares de una noticia y no lee todo. Se pierden cosas, matices, explicaciones. Pero mira, sale el nuevo escudo del Inter de Milán y hay críticas, sale el logo de la Federación (RFEF) y no ven la adaptación completa. El de la Federación, por ejemplo, tiene mucho trabajo detrás. Mucho potencial. Es el efecto Dunning-Kruger, que cuánto más sabes más te das cuenta que no sabes nada. Y al revés, cuánto menos sabes más piensas que sabes de algo o que tienes derecho a opinar sobre algo. Yo también tenía ese punto de soberbia inicial, pensé que me iba a comer el mundo. Luego ves que hay gente que te da mil vueltas y ahora mi objetivo es día a día trabajar y pagar mis facturas, ser feliz.

¿Cómo se ve en el futuro, cuando se presente el trabajo completo a la afición?

Lo que me gustaría es que el club hiciera bastantes cosillas y pudiéramos trabajar más allá de lo que yo he propuesto. En soportes digitales hay mucho margen. Esto no es borrar el escudo, no es un cambio. Es un momento para celebrar, para representar la celebración. Un logo no tiene valor real más allá de identificar. Si la gente lo identifica ya es un logro. Si el marketing y la publicidad es correcta, ahí está el éxito. La comunicación nos va a aportar lo que se puede creer que falta ahora, eso es una comunicación integral. Entender un logotipo como un todo sería un error.

Juan José Ramos eldia.es

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