«Aquí se aprende a vivir». Es una frase lapidaria que pronuncia Paco, uno de los integrantes de la murga Los Reconecta2 que se fundó en el centro Acamán que regentan cuatro hermanas hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, una institución religiosa sin ánimo de lucro que abrió sus puertas en Tenerife en Finca España hasta que cuatro años después se trasladó a Geneto, donde tiene su sede hasta la actualidad. Inicialmente se puso en marcha para la atención de mujeres con problemas de salud mental y discapacidad, una oferta que se ha ampliado a todos.

Doscientos veintes trabajadores, 462 familias de usuarios, un colegio de Educación Especial, otro centro especial para personas con discapacidad intelectual da cobertura desde los cero a los sesenta y cinco años; también se suma un centro de atención diurna que atiende a usuarios con discapacidad intelectual más una unidad de día para daño cerebral adquirida que oferta treinta y cinco plazas y que es pionera en Canarias. Se suma una residencia para personas con discapacidad intelectual y trastorno de conducta en Arona, para treinta usuarios, más dos centros de día y seis hogares que se reparten en San Isidro, Güímar, La Laguna,El Sauzal y dos en Icod El Alto (Los Realejos), con capacidad para entre cuatro y seis usuarios cada uno.

Cada una de esas personas encarna una historia que en el particular de aquellos con daño cerebral adquirido se hacen visible desde 2019 con la creación de la murga Los Reconecta2, nombre que eligieron los propios usuarios porque definen precisamente su experiencia y deseo, volver a conectar con la sociedad después de sufrir un daño cerebral y se desconectado en un momento de su vida, según explican.

Ictus, accidentes de tráfico, atropellos, tumores, encefalitis, anoxias, paradas cardíacas son las causas más comunes de quienes reciben atención en esta unidad del centro Acamán a consecuencia de la pérdida de oxígeno que le afectó al cerebro en muchos casos. En estas instalaciones no se dan tregua, cuenta la directora, que abre a las siete de la mañana y cierra el portón a las 20:00 horas.

Llegada a Tenerife hace siete años de su Madrid natal, Patricia Heras es la coordinadora del centro de día donde tiene su sede la murga Los Reconecta2. En 2018 comenzó como técnico en terapia ocupacional cuando el centro de día tenía 20 plazas que se han incrementado hasta treinta y cinco en la unidad de día de daño cerebral adquirido, centro de referencia en Canarias. En el equipo de profesionales que prestan asistencia, María García Pérez, una de los tres logopedas que destaca la importancia del taller logomusical que fue la cuna en septiembre de 2018 de la murga, una idea que atribuyen a Natalia Kruis.

Desde octubre de 2021 tomó el testigo María, que cuenta no solo los beneficios de la murga sino que explica los parabienes que supone la participación de todos los usuarios en los actos que se desarrollan con motivo del Carnaval, fin de año o fin de curso…

En Acamán ya existía la costumbre de elegir a la reina del centro cuando se desde la unidad de día se propuso crear la murga para tener una presencia en esa fiesta de Carnaval. El primer reto, el nombre, a partir de ahí afrontaron los preparativos que conlleva hacer un repertorio, aunque sea una canción como es su caso: elegir músicas, escribir letras, hacer las canciones, idear y confeccionar los disfraces… Logopeda y psicóloga, la única vinculación con el Carnaval de María es su relación con Los Indianos, como buena palmera, si bien desde su faceta profesional destaca la importancia que supone para los participantes de la murga afrontar cada ensayo: trabajar la respiración, la articulación, la voz, el ritmo, el habla, la memoria, el desarrollo cognitivo, relajar la tensión, fomentar la creatividad, la imaginación, el trabajo en grupo, la inclusión en la sociedad… que se practica en el taller logomusical que tiene lugar los martes durante una hora.

La murga Los Reconecta2 tiene un grupo base que tira del resto; es el caso de Lorena, Gustavo, Rocío, Danelis, Paco, Mónica, Raquel, Chelo, Cati y Goyi, cuyos avances están tutelados por un equipo de profesionales en el que juega un papel fundamental un psicólogo especializado en neuropsicología.

Esta formación de Carnaval que nació para que los usuarios con daño cerebral adquirido tuvieran un sitio en las fiestas del centro cuenta sus años por disfraces, como no puede ser de otra forma en un grupo del Carnaval de la calle. Así, en 2019 la murga del centro salió con la fantasía de Supercerebro; con una capa y un calzoncillo de Súperman y llevaban un cerebro; en 2020, de mecánicos de cerebro; en 2021, de aguacate… ¿Y qué tiene que ver con el cerebro? La materia gris la llevaban de pipa, en una edición que se dedicó a la Ciencia Ficción; ellos lucían una fantasía de aguacate, con una nave espacial, con una diadema con unas antenas rematadas con una neurona. Con el paso de los años ha aumentado la complejidad tanto de las temáticas y también el ritmo de las letras elegidas con las que realizan sus repertorios sin perder la esencia de una buena letra de murga: abordar los temas de actualidad, incluyendo noticias en sus canciones.

Paco, uno de los usuarios, cuenta que entre todos elegimos dos o tres músicas, para apostillar Goyi que «queremos divulgar qué es el daño cerebral adquirido».

Quién es quién en Reconecta2
Darío, la importancia de la fuerza de voluntad. Apostado en una de las mesas, Darío, quien llegó a Acamán hace dos años. Mira atrás y recuerda cuando iba de San Benito a San Lázaro. «Eran las diez de la mañana; me notaba el corazón acelerado y me paré, hasta que unos vecinos se acercaron y llamaron al 1-1-2. Pensé que era un amago de infarto, a pesar de que yo ni fumo ni bebo; al final era un ictus que me provocó una apoplejía en el lado izquierdo». «Ya he controlado la mano, ahora espero que la pierna aprenda del brazo», cuenta confiado en culminar esa recuperación gracias a la fundamental fuerza de voluntad.

“La llamada al 1-1-2 de unos vecinos me salvó tras sufrir una apoplejía en el lado izquierdo”
Darío – Ayudante de Enfermería

En su etapa laboral, desarrolló su labor como ayudante de enfermería en el Hospital Universitario de Canarias. «Hay que bajar la ansiedad, tomarse la vida con la calma», da como consejo.

“Un accidente al esquivar un coche me provocó un derrame cerebral”
Paco – Transportista de mercancías

Paco: «Tengo dos grandes familias». Llegó de su Venezuela natal cuando tenía 16 años, y ya lleva treinta y cinco viviendo en Araya, enCandelaria. Transportista de mercancías, está casado y tiene dos hijos. También pone letra a la canción de su vida. «Sufrí un accidente de tráfico. Iba a esquivar un coche y… fruto del impacto se me desplazó la mandíbula, me subió la tensión y me provocó un derrame cerebral. De eso hace ya seis años. Desde septiembre de 2021 encontró su segunda familia, los usuarios del centro Acamán, «que te regenera y te llena de motivación; aprendes a vivir, porque la sociedad vive acelerada», cuenta como si esa historia ya no fuera con él.

Su familia carnaval jugó un papel fundamental; en particular su esposa, que buscó ayuda hasta que llegó a la unidad de día del centro de Geneto.

Mónica, una migraña que era un aneurisma. Vecina de Tejina y con una hija, trabajaba en un centro de acogida hasta que sufrió un aneurisma que inicialmente se confusión con una migraña, pues padecía de dolores de cabeza.

Para Mónica es fundamental la entrega del personal y los profesionales del Hospital de La Candelaria, que han sido protagonistas en su rehabilitación, así como los trabajadores del centro Acamán.

Chelo, 30 metros de distancia de una vida a otra. En su vida hay un antes y un después del 16 de marzo de 2014, cuando sufrió un accidente de coche que la desplazó treinta metros… de un modelo de vida a otro. El ímpetu de su hija, con la colaboración de los profesionales, ha facilitado su recuperación. «Le recomendaron que yo hiciera paseos y que acudiera a la playa a disfrutar de baños».

“Padecí un infarto cerebral; agradezco la ayuda de mi neurólogo y de todo el personal”
Goyi – Administrativa de El Corte Inglés

Goyi esperaba por una intervención. Vecina de Tíncer, cuenta que sufrió un infarto cerebral cuando estaba por una intervención quirúrgica; tiene tres hijos, dos de ellos menores de edad.

Hasta que cambió su vida, en septiembre de 2010, trabajaba como administrativa de El Corte Inglés. Sus palabras son de agradecimiento para el médico neurólogo Francisco León, a quien se refiere cariñosamente como Francho, del Hospital de La Candelaria; el personal del centro aprovecha para hacer extensivo el agradecimiento al especialista del Hospital Universitario de Canarias (HUC), que también atienden a otra parte de los usuarios del Acamán.

Danelis, de La Victoria. Natural de La Victoria, sufrió un accidente de tráfico con cinco años; está en el centro de Geneto desde hace cinco años, comenta en presencia de una de las tres trabajadoras que prestan atención personalizada a estos usuarios. Una de ellas explica la dificultad que entraña la recuperación desde que se sufre un accidente, porque a partir de la edad cuando ocurre comienza la recuperación a diferente ritmo, en función de las posibilidades de cada persona que debe sortear las limitaciones.

“Cursaba electrónica cuando me caí desde un cuarto piso; pasé 4 meses en coma”
Gustavo – Estudiante

Gustavo, estudiante. Nacido en Caracas, llegó en 2003. Ocho años después sufrió un accidente al caer desde un cuarto piso: «escapé después de permanecer cuatro meses en coma». Está en la unidad de usuarios con daño cerebral adquirido desde su apertura, en 2018. A sus 32 años de edad, estudiaba el grado medio de Electrónica de Mantenimiento en el instituto de La Cuesta (La Laguna).

“Ojalá conociera a quien iba conmigo en el ascensor y me salvó cuando me dio el ictus”
Macu – Ax. Administrativo La Candelaria

Macu: «Aquí celebramos cumpleaños y cumplevida». Se presenta como la última incorporación a este centro, adonde llegó el pasado 22 de septiembre de 2022 a consecuencia de un ictus. «Aquí celebramos los cumpleaños y también el cumplevida», comenta con la satisfacción de poder contarlo y contar con los compañeros, a los que considera una gran familia. Auxiliar administrativo en el Hospital Universitario de La Candelaria, encargada de los suministros, tiene el anhelo de poder conocer algún día al señor mayor que iba en el ascensor cuando sufrió el infarto cerebral, pues rápidamente lo paró y pidió ayuda. «Gracias a él estoy viva».

«El primer año me costó muchísimo aceptar la enfermedad, hasta que la aceptas», admite. Surgen entonces la conversación con Paco, que reitera: «Aquí se aprende a vivir», mientras Darío atribuye el mérito de la recuperación y las ganas de vivir al personal. Goyi media: «Aquí el daño cerebral lo hemos adquirido de diferentes formas», para advertir que las secuelas son visibles… y otras no. «Unas afectan al desarrollo cognitivo, otro a las emociones…».

“Sufrí un mareo y cuando me desperté estaba en el hospital entre sanitarios”
Isabel – Trabajadora comedor escolar

Isabel, trabajadora en un comedor de colegio. Vecina de Tacoronte, a sus 66 años recuerda que desarrollaba su labor como trabajadora en el comedor de un colegio, hasta que sufrió lo que inicialmente pensó que era un mareo en 2017: un ictus. Está casada y tiene una hija; vive en Guayonje, cuenta con emoción.

Raquel, estudiante. Lleva en el centro desde 2018; vecina de Finca España, estudió en el colegio de Las Dominicas y Nuryana; tiene un hermano que le aventaja en cuatro años; con 36 años es de las pioneras de esta unidad de día del centro Acamán, de Geneto.

Rocío, de 33 años. Con su abuela acudió al médico por dolor de cabeza y descubrieron que sufría un tumor: «me limpiaron aunque tengo alguna secuelas», explica, agradecida a la atención que recibe desde octubre de 2021.

Son algunos de los testimonios de los integrantes de la murga Los Reconecta2, que encarnan el mejor repertorio para invitar a disfrutar de la vida, donde ver amanecer cada día es el mejor premio.

Humberto Gonar eldia.es

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