«Apurado, pero llegamos. Y estará todo montado y listo». En el día después de la gala inaugural del Carnaval, el concejal del área, Javier Caraballero, explica a EL DÍA en el recinto ferial el montaje del escenario de los concursos que arrancan el jueves 18, con la primera fase de murgas infantiles.

El nuevo responsable de la organización, el hombre de la eterna sonrisa y el carácter imperturbable, admite que el frenesí que preside los trabajos: «el sábado 6 estaban recogiendo el PIT y el domingo ya estábamos colgando la infraestructura para el sonido y la luz y se colocaba la estructura metálica, y el lunes (el día que se firmó el contrato del encargo del escenario a la empresa Efímero) comenzaron a llegar los primeros elementos escenográficos para dar paso al montaje». «Ajustados, pero llegaremos; seguro», reitera el edil.

En el día después de la inauguración oficial del Carnaval y a cinco días para el primero concurso, el recinto ferial se ha convertido en un taller donde está levantado el espaldar de hierro sobre los que poco a poco se van colocando los elementos de la escenografía que cuesta 208.000 euros, quince mil menos que la pasada edición.

Junto a Caraballero, el padre de la criatura, Nareme Melián, autor de dos carteles anunciadores del Carnaval por concurso público –2018 y 2023–. Este artista, carnavalero de cuna –porque creció de la mano de su madre en Barbacoa Tacoronte y es conocedor de la familia de las carnestolendas– e ilustrador de profesión– resuelve de forma sencilla y hasta didáctica la cuestión de qué es más difícil: hacer un cartel o un escenario.

Un escenario que cuenta cosas
Su respuesta es contundente y clarificadora: «Me da lo mismo la modalidad; como ilustrador lo que me preocupa es que cuente cosas». Nareme se ha instalado desde el lunes en el recinto ferial, donde es uno más del equipo de montaje para supervisar que todo esté a punto con máximo rigor; de hecho, no pasa por alto el cambio de color en unas de las columnas de la deconstruida plaza de España que abrazan la puerta principal de la plataforma que se ha repintado como estaba previsto.

Nareme está como un niño la noche de Reyes, por aprovechar la proximidad este año del Carnaval con la Navidad. «El escenario es como una caja de Lego donde cada uno arma su propia gala». Esa es la percepción que siente el escenógrafo y que quiere trasladar al público cuando entre desde el jueves y se sienten en los concursos y galas que, de forma histórica, este año vendieron en su mayoría todas las entradas dos horas y media después de abrirse la taquilla virtual. A Caraballero, que antes de concejal fue autor del escenario en tres ediciones, no le duelen prendas para reconocer que «estamos ante el mejor decorado que se ha instalado en el recinto, incluso echándome piedras sobre los que yo hice», admite.

Nareme todavía está erizado del día que se colocó el King Kong sobre la puerta principal del decorado. «Tenías que hacer estado aquí. Fue impresionante. Había más de cien personas y cuando las dos grúas comenzaron a elevar el King Kong se hizo un silencio enorme». «Nos la jugábamos porque si se llega a haber caído nos hubiéramos quedado sin escenario», admite Caraballero. Nareme elogia la profesionalidad y la solvencia de los falleros que han procedido a su instalación. «Esa pieza pesa 1.300 kilos; solo el King Kong, doscientos», precisa el autor del diseño escenográfico.

Un escenario bien rematado
En un momento de la conversación con el escenario y el concejal pasa José Ángel Alonso, quien en la etapa de Gladis de León fue gerente del Organismo Autónomo de Fiestas y hoy es uno de los mandamás de MasQueCarpas. José Ángel, poco dado a elogios, le hace una confidencia al concejal: «El escenario está muy bien terminado, muy bien rematado».

No es la plaza de España, pero es cierto que el decorado va a sorprender al público porque se vuelve a la volumetría, de forma discreta, pero la profundidad cobra protagonismo de nuevo a las pantallas a través de la técnica escenográfica de gigantografía.

«¿No hay nostalgia?», pregunta Nareme a su interlocutor con complicidad mientras mira al King Kong que rememora al que se instaló en la plaza de España en el Carnaval de la Selva, en 1988 (curiosamente el mismo año que nació Caraballero). Pero el escenógrafo deja entrever su punto provocador que no pasará inadvertido al espectador.

Lo primero, por lo majestuoso del decorado en el que se identifica en la boca de escenario la plaza de España, con el King Kong intentando atacar la ciudad –representada por el chicharro que sostiene en su mano– y Súperchicha, otro icono de las escenografías del Carnaval –presidió el decorado de la plaza de España en el año 1999–, plantando cara.

A la izquierda, el set que estará formado con las letras de Carnaval; a la derecha, el formado con los caracteres de Santa Cruz. Y encima, guiños a los palcos del teatro Guimerá, a la izquierda, y a la plaza de toros, enclaves donde se celebraron las galas de las reinas en el pasado.

Es un escenario volumétrico y vivo, por el colorido, que se basa en las tonalidades de la carta de ajuste, por aquello de que la Televisión es el motivo de esta edición: rojo, azul eléctrico y suave, amarillo, verde y rosado.

Y el toque provocador, la tonalidad rosada de este King Kong Queen, que contrasta con el verde del Súperchicha, lo que hace que no pasen desaparecido. Si llamativa es la volumetría de los tres sets, el colorido da mayor realce. Serán las ganas de que comiencen los concursos, pero el escenario contagia adrenalina, y eso que en la nave central solo se ven dispersas las piezas de esta edición de Lego Santa Cruz en Carnaval, obra e ingenio de Nareme.

Humberto Gonar eldia.es

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