Pese a un descenso notorio de los nuevos casos durante la primera mitad del mes de febrero, el paso de Tenerife al nivel 1 de alerta por coronavirus ha quedado en entredicho después de los ligeros repuntes experimentados que dibujan una nueva tendencia ascendente en la isla.

Según el jefe del servicio de epidemiología y prevención del Servicio Canario de Salud, Amós García Rojas, se trata de una tónica “que no está lejana del hecho de los Carnavales, no Carnavales, que en determinados momentos se produjeron como fiestas domésticas”. En este sentido, el experto ha señalado que “primero hay que estabilizar los casos y después establecer medidas que posibiliten el descenso de los mismos”.

En las últimas semanas, las fiestas ilegales han proliferado en varios puntos de la isla generando una sensación de relajación. “Esa ausencia de percepción de riesgo que se da en algunos sectores es dramática para las personas que sí pueden tener un riesgo claro de padecer la enfermedad”, ha aseverado García Rojas.

Frente al escenario oscilante casos y la fatiga pandémica que padecen los ciudadanos, la vacunación se posiciona como la única herramienta para frenar el avance del virus. Sin embargo, los continuados retrasos en las entregar de las farmacéuticas ponen en jaque el objetivo de haber inmunizado al 70% de la población adulta en verano.

“Haremos como siempre lo posible y lo imposible por vacunar al mayor número de personas en el periodo de tiempo más corto que se pueda”, ha garantizado el jefe del servicio de epidemiología apuntando que “el músculo está tensionado y lo que necesita para ponerse en movimiento es estímulo. El estímulo son las vacunas”.

La Unión Europea impulsa el pasaporte inmunitario
Con el fin de reactivar el turismo con seguridad, la Unión Europea ha acordado que los 27 desarrollen un pasaporte inmunitario digital que, sin embargo, costará al menos tres meses a los estados miembro.

Se trata de un certificado sobre el que han crecido las dudas científicas a lo largo de las últimas semanas. Amós García Rojas encarna uno de los perfiles más críticos frente a esta herramienta al detectar cuatro inconvenientes para su puesta en marcha: en primer lugar, que “las vacunas, sabemos que previenen de la enfermedad, pero no sabemos si previenen de la enfermedad”. Por tanto, se podría transmitir el virus a una persona no inmunizada.

El experto también ha apuntado al carácter no obligatorio de recibir las fórmulas aprobadas. “¿Cómo podemos establecer un documento que obligue a determinadas cuestiones cuando el elemento fundamental es que la vacuna no es obligatoria? ¿Qué pasa con las personas que, por edad, no se han podido vacunar o incluso tienen contraindicaciones?”.

Por último, García Rojas se ha referido a las dos velocidades a las que avanza el proceso de inmunización en el mundo, con un notorio retraso en los países con menos ingresos.

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