Hace veinte años (16 de julio de 2003) que se apagó la voz más internacional de la música tropical y latina, la “Reina de la salsa”, “la Guarachera de Cuba”, la artista cubana Celia Cruz.

Su ritmo sobre el escenario, siempre con extravagantes vestidos, taconazos e imposibles pelucas, encandilaba al público de varias generaciones, que siempre la recordarán por la palabra con la que transmitía felicidad: “¡Azúcar!”.

Nacida el 21 de octubre de 1925, en La Habana, y bautizada como Úrsula Hilaria Celia Caridad Cruz Alfonso, vivió una infancia de pobreza dentro de una familia cubana de afrodescendientes.

Su madre y una tía no dudaron nunca del talento de la artista, pues a Celia, que solía cantar mientras hacía las labores de casa o cuidaba a sus hermanos pequeños, se la quedaban escuchando los vecinos y ella, tímida entonces, tenía que cerrar la puerta.

Para hacer caso a su padre, que la veía de maestra, estudió Magisterio, aunque también siguió cursos en el Conservatorio Nacional de Música y un primo suyo le animó a participar en un concurso del programa radiofónico «La Hora del Té» y otros similares como “La Corte Suprema del Arte”. Con sus triunfos se costeaba los libros de la carrera y ayudaba a la familia.

Decidió por entonces que su futuro no eran las pizarras, sino que estaba en la música y no se equivocaría.

DE LA SONORA MATANCERA A FANIA ALL STARS

Tras algunos contratos en emisoras y actuaciones con la formación Las mulatas de fuego, en 1950 le llegaría su gran oportunidad: Mirta Silva, solista del reconocido grupo musical cubano La Sonora Matancera, abandona la formación y Celia la sustituye.

Con ese grupo estuvo quince años como solista y se enamoraría del trompetista, Pedro Knight, el amor de su vida, del que apenas se separaba, hasta le planchaba las camisas, y con el que estuvo casada desde 1962 hasta su muerte, el 16 de julio de 2003. Él la sobreviviría hasta 2007.

En los casi cuarenta años viviendo en Cuba fue cuando Celia Cruz como artista “se hizo”, recordaría en 2021 la filóloga especializada en música cubana Rosa Marquetti, que publicó el libro «Celia en Cuba: 1925-1962»

Actúa por primera vez con La Sonora Matancera el 3 de agosto de 1950 y, tras años de giras por América Latina, en 1957 la artista viaja por primera vez a Estados Unidos para recoger en Nueva York el primer disco de Oro de la veintena que lograría. También sumaría tres Grammy y cuatro Latin Grammy.

En los años cincuenta Celia Cruz probó, además, por primera vez, en el cine, rodando varias películas como “Amorcito corazón”, “Una gallega en La Habana” o “Rincón criollo”.

El 15 de julio de 1960 Celia y La Sonora Matancera actúan en México y entonces deciden no regresar a Cuba debido a su oposición al régimen castrista. No sabía entonces Celia que ya no volvería nunca más.

Inicia nueva etapa profesional, empieza a grabar discos con el gran Tito Puente o con Rubén Blades y firma con la discográfica neoyorkina «Fania», fundada por el músico dominicano Johnny Pacheco y el promotor estadounidense Jerry Masucci para agrupar a músicos latinos residentes en Nueva York.

De allí saldría la agrupación Fania All Stars (Estrellas de Fania), de la que Celia Cruz fue la única mujer y su gran representante.

ORIGEN DEL GRITO “AZÚCAR”

La cantante rememoró en varias ocasiones cómo surgió su famoso y distintivo grito de “¡Azúcar!”.

Comiendo un día de 1964 en un restaurante cubano en Miami, le preguntó el camarero si el café lo quería con azúcar o no. Ella le recriminó con cariño que cómo siendo él también cubano hacía esa pregunta pues el café en Cuba es muy fuerte y se toma normalmente con azúcar. “Con azúcar”, le contestó rotunda la cantante.

Esa anécdota la contaría al poco tiempo Celia a su público en los conciertos que daba y mientras sus músicos descansaban entre canción y canción. A la gente le hizo gracia y se convirtió en costumbre pedir a la artista que repitiera la historia en sus espectáculos.

Hasta que un día Celia Cruz ya entró en el escenario al grito de “¡Azúcar!” y desde entonces se convirtió en su personal forma de transmitir alegría y sabor e invitar a bailar a la gente.

RÉCORD GUINNESS

Las actuaciones por el mundo de Celia Cruz, que acudió en numerosas ocasiones a España, solían atraer a miles de seguidores.

Precisamente fue en Tenerife, el 3 de marzo de 1987, durante los Carnavales, cuando Celia Cruz, junto a la orquesta Billo’s Caracas Boys, logró reunir a 250.000 personas bailando en una plaza al aire libre, un hecho que se recogió en el Libro Guinness de los Récords.

Todo un ícono para los latinos, se le han dedicado musicales, libros, calles, una Fundación, una muñeca Barbie e innumerables homenajes que continúan veinte años después de que falleciera a los 77 años a causa de un cáncer, en su casa de Fort Lee, Nueva Jersey. Tras su muerte la gente colapsó las calles neoyorkinas y se tuvo que cerrar la Quinta Avenida de Nueva York.

Temas como «La vida es un carnaval» o «Yo viviré» seguirán recordando una voz que era puro ritmo y ¡azúcar!

Pilar Rodríguez Veiga Listin Diario

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