Miércoles 26 de octubre. Seis y media de la tarde, justo en el horario en el que ya las murgas infantiles celebran sus ensayos, sin embargo la presencia de la exalcaldesa socialista y líder de la oposición, Patricia Hernández, en el antiguo mercado de La Salud concita la asistencia de representantes de la gran mayoría de los grupos que tienen su sede en este cuartel general de Carnaval.
Con dossier en mano, la dirigente del PSOE, en compañía de los exresponsables de Infraestructuras, José Ángel Martín, y de Fiestas, Andrés Martín Casanova, visitan cada local de La Salud de cara a la comparecencia del responsable de Patrimonio, el nacionalista Juan José Martínez, que ha pedido en el pleno de hoy.
La percepción entre representantes de los grupos es que el dinero que dice el ayuntamiento haber invertido en las obras de mantenimiento no se corresponde con el trabajo final. A los colectivos no les salen las cuentas: «si lo llegamos haber ejecutado nosotros nos hubiera costado la tercera parte del dinero que dicen haber invertido y encima nos habría sobrado para una fiesta», dice la presidenta de Caña Dulce.
Junto a la comitiva socialista, la vicepresidenta de la Federación de Asociaciones Culturales del Carnaval del Mercado La Salud (Faccmes), Patricia Rodríguez, vinculada a las murgas Lenguas Largas, Guachi adulta, Jocikudos, Rebeldes y Bohemios, entre otras; y Iván Estupiñán, vocal de la federación y uno de los culpables de que hoy sea una realidad tras su creación en 2019.
Pasando revista a los locales.
Entre los primeros locales de la visita, Patricia Hernández se adentra en la sede de Nobleza. Echa mano del dossier. «Aquí dice que gastaron 14.297,30 euros. ¿Qué hicieron?». Y puntea el inventario de Patrimonio para saber si se ejecutó la modificación de la puerta del local –con cambio de marco–, colocación de rejilla en el imbornal –lo que ha despertado la indignación de todos los grupos, porque lo soldaron y no podían levantarlo para limpiar la suciedad–, picado de humedades en techos y muros, enfoscados de humedades, pintado de todas las paredes, pintado y lijado de puerta de acceso del interior del local, también de las puertas de madera del interior, de la estructura metálica de la tronja, demolición de tabiques de madera, desmontaje de trasdosados de madera a medio altura, retirada de restos de madera, reposición de tablero y su pintado, reposición de pino, colocación de escalones en la escalera, ejecución de encimera de cocina, así como de azulemos en muros de la cocina y la revisión de las instalaciones eléctricas con la restitución de los elementos defectuosos.
El malestar o la insatisfacción es la tónica general entre la mayoría de los representantes de los grupos de La Salud, que consideran desproporcionado el gasto que se ha justificado. Eso al margen de que la casuística –tan amplia como sedes de grupos del Carnaval hay en el antiguo mercado– pone al descubierto obras que dicen haberse ejecutado y no se desarrollaron, como el lijado de las puertas o de las paredes. Y en algún caso, afortunadamente, porque había supuesto la desaparición de los murales que adornan y distinguen la sede de Caña Dulce o de Zeta-Zetas.
En otros locales, como el de Guachipanduzy infantil se habla de que se han quitado humedades y casi se pide un ejercicio de fe por lo que se respira en el interior del local –mientras ensayan los niños– y por lo que denuncian las paredes de la sede, con un bajante que aflora junto a un pilar. Hasta Isi, de 8 años, y Sofía, de 9, se presentan voluntarias para mostrar el local a la exalcadesa.
«Con los 14.742 euros que dicen que han invertido habríamos hecho un local nuevo y la reforma de mi casa», explica el presidente de la murga infantil Guachi, Juanjo Coello, y pone un ejemplo. «Vamos a hacer dos cuartos con pladour y gracias al dinero y la mano de obra de los padres hemos costeado los cien euros que cuestan los materiales». Al margen de que alguno cuestiona que «por 20.000 euros se podría conseguir una casa», añaden en la visita los miembros de los grupos: «lo peor, las filtraciones y las humedades siguen».
Tampoco le salen las cuentas a Carmen Dolores, de Caña Dulce, o a los representantes de Trabachones, entre los que se encuentran Ardiel Herrera y Lolo Expósito donde Patrimonio justifica una mejora por 11.586 euros. «Aquí no han hecho lo que dicen», aseguran. El propio presidente de la murga, Domingo López, cuenta a Patricia Hernández que gracias a la aportación de un patrocinador de la sociedad destinaron de su bolsillo 3.000 euros a la colocación del pladour y la nueva iluminación leed. No entienden el gasto que justifican en el local que en el paso fue sede de Machu Picchu, donde durante años fue componente Patricia Hernández de esta agrupación.
La joya de la corona de las obras de mantenimiento estaba previsto que fuera Rumberos, la comparsa madre del Carnaval, si bien de los 38.885 euros previstos se quedaron en 19.282, pero es que ni así le salen los números a los hermanos Juanjo y Rogi Monzón. «Aquí cambiaron la orientación de la puerta exterior, nosotros pusimos la reja corredera que nos dijeron que no se podía instalar; colocaron un pollo de cocina, mejoraron las humedades y arreglaron un bajante y también intervinieron en los baños», cuenta Juanjo con el desconsuelo de que los operarios dejaron sin arreglar el boquete que todavía hoy se mantiene en la tronja. Ese sentimiento de más dinero facturado que obra ejecutada es el sentimiento que transmiten los grupos a la exalcaldesa y por el que pedirá explicaciones hoy Patricia Hernández al titular de la Concejalía de Patrimonio.
Humberto Gonar