Tras su paso como componente raso en Ni Pico, donde se estrenó como letrista con el Juego de la Oca, Carlos Casanova fue director y autor de temas en Desbocados para fichar, desde 2014 a 2020, con La Traviata, donde tomó el testigo a un grande del Carnaval: José Antonio González El Flaco. Allí cosechó cinco finales, tantas como premios (dos Criticón, un tercero y dos Accésits de Interpretación) y, sobre todo, aportó frescura y dio un salto comercial a la murga que dirige Josechu Álvarez. Tenía previsto estrenarse en 2021 con Triquis, pero el Covid se lo impidió. Casanova sorprende por su autocrítica y sinceridad.

La programación de Carnaval virtual, ¿cree que ha sido un acierto de Fiestas?

Yo, la verdad, no estoy muy de acuerdo con el Carnaval virtual. Me parece un despilfarro de dinero en la situación en la que estamos, entre que hay muchos negocios cerrados y gente que lo está pasando realmente mal. Se podía haber hecho, pero con más austeridad, ya desde el punto de vista que se entregan a los grupos del Carnaval; creo que se podía haber estudiado caso por caso y ver las necesidades de cada colectivo, hasta traer artistas que cobran una pasta y que el pueblo no lo disfrute, sino que lo pueda ver por la tele como puede ver el Sábado noche, por decirle un programa. Es un despilfarro de dinero total.

¿Esta crisis sanitaria va a pasar factura a los grupos del Carnaval? ¿Dejará de salir alguno?

Los grupos que están consolidado y tienen más solera no creo que desaparezcan, tendrán más problema aquellos que han ido racaneando años y años; a lo mejor se cae alguna murga adulta, y, tal vez alguna infantil. Se nota que hay gente que no salía hace años y hay hambre de volver a la murga.

¿Le parece bien que Fiestas pague a los grupos por lo que van a hacer en esta edición?

Resultará poco popular lo que digo, pero no me parece bien. Hay grupos que tienen una serie de gastos que, justificándolos a Fiestas, los podría ayudar, en casos concretos. Pero, más allá de eso, me parece poco de recibo que los grupos vayan a recibir un dinero por no hacer un disfraz.

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¿Le gusta el formato de La canción del siglo?
Bueno, es una manera de mantener la llama y refrescarte la memoria; esa iniciativa me parece bien.

¿Vale lo mismo ganar La canción del siglo que un primer premio de Interpretación?

¡Que va, para nada! Será bonito porque recordarás las canciones en el programa, pero La canción del siglo lo da un voto popular, tampoco lo decide un jurado y no es objetivo.

Puede parecer demagogia: cuando vota un jurado designado por Fiestas, se discute; cuando es votación popular, también.

Es diferente, porque se somete a votación un tema que no has hecho ex profeso, no es una canción para ese concurso, no vives la intensidad del escenario…

¿Cómo llega a Triquis?

Desde que me marché de Desbocados, en 2013, para salir en La Traviata, en 2014, Triquis ya me había tocado, lo que pasa es que llegaron tarde porque ya le había dado la palabra a Juan Díaz, presidente de La Traviata.

Pero cuando le ofertaron ir a Triquis, en 2014, ¿no estaba tampoco Javier Suárez Plata, el actual director musical?

Cuando ocurrió eso el presidente era José Castilla y se puso en contacto conmigo Chema, que, por entonces, era miembro de la directiva. Me ofrecieron un tema, siempre me han llamado para que le hiciera una canción o dos… Además, soy amigo de Josué López El Frutero de toda la vida, de la zona. Nada más salir el artículo de que me iba de La Traviata me llamaron con la misma. Triqui siempre ha sido una murga que me ha gustado; es señera, lleva toda la vida, la veía uno desde pequeño. Tal vez habrá gente que diga que el estilo no encaja con mis letras.

Pero Triquis parece que está buscando estilo, después del boom de La Posesa, en 2006.

Triqui llega a su punto álgido cuando logra encajar el humor puro de ellos con las letras críticas de Pedro Mengíbar, cuando encaja esas letras críticas, bien documentadas, bien hiladas… ¿Qué pasa? Que el estilo lo da el letrista. Después de que se marchó, el grupo de trabajo de las letras de humor (Lucas, Fran, Aridane, Lolo, Edu…) ha intentado llegar a ese nivel, pero es muy difícil cuando no están las personas que hicieron eso.

¿Asume ahora todo el repertorio de Triquis?

Voy a participar en la elaboración de los cuatro temas.

Va a estar en la parte de humor, ¿o va a ser el Mengíbar de la etapa anterior?

No lo veo así. Vamos a intentar dar un pequeño giro, y no inmolarnos, al humor con el que marcaron una época, pero tampoco marcar del todo la esencia Triquis. Intentaremos hacer otras cosas.

El Quiosquero, tema que interpretó con La Traviata en 2015 y una de las diez finalistas en La canción del siglo, ¿es actual?

Sí, salvo un par de noticias, como el ébola u otros detalles. De hecho, cada vez más la prensa está digitalizada y la letra era un canto a leerte el periódico desayunando, pero cada vez más vemos a la gente en el desayuno con el móvil.

¿El letrista tiene que tener olfato, como el periodista con las noticias?

La clave para saber que llega una canción es ponerte en la grada. En 2017, cuando no pasamos a la final, fui y me senté en la final para ver las sensaciones en la grada y me di cuenta de cosas que no estábamos haciendo nosotros, porque me estaba yendo por otros derroteros y no conectaba con el público por algún motivo. Las murgas han evolucionado y las letras no tienen contenido como antes. Ahora es un enfoque más global, más de tocar la vena, de enfoque más social. Me di cuenta de eso estando sentado.

¿Se llegó a agotar en La Traviata?

Sí, bastante.

¿Por qué?

A lo mejor asumí más responsabilidades, intenté apostar por un grupo de gente joven y regenerar de alguna forma la murga, porque desde 2016 y 2017 estaba obsoleta y se estaba yendo gente, e intenté que saliera gente joven y asumiera responsabilidades. De alguna forma, se le cerró la puerta y esa fue una de las razones de que me haya ido yo, aparte del desgaste. Desde que me bajé del escenario en 2020 ya sabía que no iba a seguir.

¿Y por qué no está con sus amigos en Ni Pico-Ni Corto?

Estuve en Ni Pico un montón de años, fue mi primera murga. Ahí fui componente llano y lo pasé genial. Como dice Mengíbar, desde que tomas ciertas responsabilidades y tienes una autoexigencia no disfrutas lo mismo.

Más motivo para ir a Ni Pico.

En Ni Pico fui súper feliz. Pero era una etapa que había pasado y Triqui es una apuesta personal.

¿De todas las canciones finalistas en el concurso del viernes, con cuál se queda?

Me gusta mucho Escuelita murguera, de Bambones; La Posesa, de Triquis, y El Quiosquero, aunque sea mía. Marcaron tendencia que todavía hoy en día se ve.

¿Y por qué no Zeta-Zetas?

Me gusta el estilo de Zeta-Zetas, pero verlo después del concurso te cuesta un poquito más. Valoro el enorme trabajo que desarrollan, es una forma de entender la murga.

¿Hacia dónde va la murga?

La murga sigue siendo letra, digan lo que digan. Una buena letra puede con cualquier espectáculo. Ahora, también soy partidario de acompañar las canciones con cositas, como El Quiosco.

¿Vivió una borrachera de éxito en La Traviata?

No. Nos pasó bastante factura no pasar en 2017 y nos centramos en agentes externos, no fuimos autocríticos en lo que habíamos fallado, desde la selección de los temas, que fue responsabilidad mía.

¿Se equivocó?

Sí, claro, y fue responsabilidad mía. Habría metido el Aparcacoches en fase para estar en la final.

¿Cuál es el objetivo de Triquis?

Ir paso a paso: primero estar en la final; siempre que he ido a la final con una murga es para estar en la pomada; diferente es que unas veces lo haya conseguido y otras, no. Peleo por estar ahí.

¿Es de los letristas que hace muchas canciones al año?

No, no me gusta. Es verdad que es una ayuda económica, porque cuando haces temas para fuera de tu murga es por dinero. Disfrutas haciendo cuatro o cinco, o para los niños, y vas a full. A mí me gusta paladear las canciones y no que sea un trabajo, una obligación.

¿Qué le inspira?

Las mejores canciones que me han salido son las que he escrito sin presión. Mengíbar me ha dicho que se sentaba todas las noches una hora; debe ser que yo soy muy gandul y no lo hago (se ríe). Me gusta que se aproxime el concurso para escribir.

¿Falta frescura en los repertorios?

Hay temas que escribimos en mayo… El murguero es verdad que está acomodado. Le cambias una estrofa a veinte días del concurso y se mosquea.

¿Porque el murguero está acomodado o porque hay un exceso de celo por sonar bien?

Creo que más que nada es por la memorización de las letras.

¿Qué le impide incorporar algo que haya ocurrido 48 horas antes?

La gente no tiene capacidad y subir a cantar al escenario con un papel está mal visto.

¿Qué es peor: sacar un papel y cantar o dejarlo sin tocar hasta casi doce meses después?

Sería ideal improvisar, pero es complicado memorizar.

¿El letrista se sabe el tema porque lo escribió?

No, se aprende la letra porque va a ensayar (se ríe).

¿Continuará con las murgas infantiles?

Yo dije al Pirata, de Redoblones, que iba a escribir un tema; no es una decisión firme… Soy de los que me involucro.

¿Se peca de meter mucho contenido en las letras?

Si, y el cerebro humano no está preparado para que le cuentes cinco cosas diferentes en cinco líneas; ese fallo lo hemos cometido un montón de letristas. Me ocurre que hablando con la gente de los temas que escribo se me ocurren un montón de cosas. Luego ocurre que cuando las cosas salen bien, nadie te dice nada; si fallas, todos te caen encima.

¿Su estilo favorito?

Hay que respetar todos los estilos y felicitar al compañero que gana; todos hacen un enorme esfuerzo por superarse y dar lo mejor. Lo mío no siempre es lo mejor. Quien piensa eso lo hace por ombliguismo. Y eso que yo quiero ganar, pero mi aliciente es ganar cuando a todos les salga también la mejor actuación.

Humberto Gonar eldia.es

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