Con las ganas de reírse y hacer reír a los demás Los Nietos de Kika nacieron hace 47 años en Arucas con pocos recursos pero con mucha imaginación para crear unas letras que criticaron la situación económica, la entrada de España en la OTAN o que visibilizaron la transexualidad. Y todo ello venciendo a la censura. «Luego en el escenario cambiábamos alguna estrofa y nunca pasó nada», dice Orlando Jiménez, su presidente.
«Los precios van por las nubes, mamá yo no puedo con ellos y nos dice un ministro que esto va mal por los sueldos […]/ mandaron del taponazo un aumento del cuarenta, con trescientas de salario, ay, no me salen las cuentas». La Afilarmónica Los Nietos de Kika no iba mal encaminada cuando en 1977 cantó en el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria una canción que bien podría describir la situación económica actual y que entonces integraba un repertorio que logró aupar a la agrupación al primer premio del primer concurso de murgas capitalino que se celebraba tras la muerte del dictador Francisco Franco.
El colectivo nació en 1976 con la unión de un grupo de 25 amigos apasionados del carnaval que empezó a fijarse en los pasos de la murga tinerfeña Ni Fú-Ni Fá y logró que el Ayuntamiento de Arucas le cediese un local de la antigua Sección Femenina para ensayar, dirigidos entonces por Tomás Pérez. Y lo hicieron con un homenaje a Francisca, una popular vecina del municipio conocida como Kika, abuela de tres miembros del grupo. «Nacimos en precario porque no teníamos absolutamente nada, pero sí muchas ganas», relata su presidente, Orlando Jiménez. Ahora, 47 años después, la afilarmónica Los Nietos de Kika recibe la Medalla de Oro de Canarias, un reconocimiento que sus componentes recogen «con mucha alegría y con el mayor orgullo por la trayectoria de todas las personas que han pasado por esta institución, más de 600», señala Jiménez.
La murga participó por primera vez en el carnaval en 1976 con la recuperación de esta fiesta tras el veto del franquismo en una actuación que solo fue una exhibición, pues el concurso llegaría al año siguiente. Apenas habían pasado cuatro meses de la muerte de Franco y todavía sobrevolaba el fantasma de la dictadura, lo que hizo que aquellas primeras letras escritas por Tomás Pérez y José Aguilar, que aludían a la autonomía de Canarias, la oposición a la incorporación de España a la OTAN o la visibilización de la transexualidad, tuvieran que superar la censura en la oficina de Información y Turismo en Santa Catalina en los años 1976, 1977 y 1978. «Nosotros llevábamos una letra que pasaba la censura, pero luego en el escenario cambiábamos alguna estrofa», reconoce con humor el presidente de la murga, «nunca recibimos una multa». Eso sí, reconoce que salían a cantar con un poco de miedo por si aparecían los grises.
Primeros premios
Jiménez recuerda los «nervios» cuando Los Nietos de Kika subieron al escenario en su primera actuación. «Era la primera vez y no sabíamos cómo nos iba a recibir el público, pero salimos arropados por Manolo García y la comparsa Los Caribe y todo fue maravilloso». Para aquella primera aparición optaron por un disfraz de payaso muy sencillo formado por una camiseta azul, un pantalón rojo, una pajarita, unas alpargatas pintadas y una trompeta, fantasía que, ante la falta de recursos económicos, siguieron utilizando en varias ocasiones cambiando algunos de sus elementos.
Al año siguiente, en 1977, el grupo obtuvo el primer premio en un concurso en el que compitió con las murgas Los Tupíos y Los Papas, un galardón que fue solo el origen de una larga lista de premios y reconocimientos que continuó con el primer premio, nuevamente en 1980 y en 1982. A partir de ese año, la organización del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, para posibilitar que otros grupos lograsen premio, decidió convertir a esta murga en afilarmónica y a partir de entonces sus apariciones en las carnestolendas capitalinas han sido a modo de exhibición como la murga decana más querida de estas fiestas, de la que fue pregonera en 2007.
En 1987 la murga traspasó las fronteras de Canarias tras cantar una letra que aludía a una imagen publicada el año anterior en la que se veían los genitales de Emilio Butragueño. La canción tuvo tanto éxito que Los Nietos de Kika fueron invitados a actuar en las fiestas de San Isidro de Madrid y en un evento organizado por la Cadena Ser en la final de la Vuelta Ciclista a España, en el que tuvieron como teloneros a María Jiménez, Paolo Salvatore y Los del Río.
A lo largo de 47 años, esta murga ha sido testigo de la evolución de las letras y temáticas escogidas por las agrupaciones que se presentan al concurso. Y son críticos son ellas. «Nuestras letras eran más humorísticas, más light, con críticas cargadas de sátira y picaresca, con las que nos reíamos de nosotros mismos con elegancia, con educación y sin ofender, y con las que queríamos que la gente se riera», sostiene el presidente Orlando Jiménez, «pero hoy las letras son muy agresivas, demasiado fuertes, en las que se elige a un personaje público o un tema y lo machacan de arriba a abajo».
A pesar de los cambios sociales y del derecho a la libertad de expresión, este nieto de Kika considera que antes, a pesar de haber salido del franquismo, «había más libertad». «Hoy nos autocensuramos porque cualquier cosa puede ser un delito y hay que tener cuidado; hoy todo el mundo se ofende y hay que maquillar las letras», señala, «pero, ojo, en aquella época tampoco escribíamos letras para ofender sino para reírnos de nosotros mismos; la letra de El Travesti, que luego se llamó La Pepona, que hablaba del viaje de un hombre al extranjero para cambiarse de sexo, nos la pedían una y otra vez los miembros del colectivo LGTBI».
La familia de Los Nietos de Kika creció con la murga infantil Los Bisnietos de Kika, que nació en 1983 y este año ha obtenido el Premio a la Mejor Murga Infantil de Canarias, y además presentaron candidatas a reina adulta y reina infantil al Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria.
El éxito y la popularidad que la afilarmónica se ha ganado con el paso de los años ha conquistado a decenas de personajes públicos que han plasmado un breve reconocimiento en su libro de visitas como Norma Duval, Manolo Vieira, Manuel Hermoso, Juan Doreste, Sindo Saavedra, Jerónimo Saavedra, Mara González, Pepe Navarro, Nanino Díaz Cutillas, Ángel Víctor Torres o Luis Escobar, el marqués de Las Marismas; y además cuentan con el apadrinamiento de Cuqui Fierro Torróntegui y Cayetano Martínez de Irujo.
Los Nietos de Kika custodian ahora sus 47 años de historia en un local ubicado bajo la plaza del Pintor Guillermo Sureda, donde exhiben las 47 fantasías que han lucido durante todos estos años, así como una amplia colección de fotografías, cintas de casete y recocimientos de entidades, administraciones y otros colectivos. El local abre al público durante las mañanas.
Dice Orlando Jiménez, presidente de la afilarmónica, que ser un nieto de Kika «es un sentimiento de pertenencia a un grupo con solera y amante del carnaval» y «un sello y un carnet para abrir las puertas a otros grupos». «A Los Nietos de Kika nos gusta la seriedad y el cachondeo, reírnos y hacer reír a la gente», dice. Y avisa: los 41 componentes se reunirán en breve para preparar el próximo carnaval.
R. Torres