El fin de semana grande de las festividades de nuestro pueblo se vivió con mucho fervor y amor por la tradición, gracias a la participación activa de la murga Ni Quito Ni Pongo. En su XXVI Romería Ofrenda a Nuestra Señora del Rosario, los integrantes de la murga dedicaron su esfuerzo a mantener vivas las costumbres que nos unen, creando un ambiente de celebración y camaradería.

Desde las primeras horas del sábado, el local de la murga se convirtió en un hervidero de actividad. En un despliegue de entusiasmo, se preparó “el agasajo”, una iniciativa que cada año se realiza con especial cariño para todos aquellos que se suman a la festividad. Esta tradición resalta el valor de la comunidad y la importancia de compartir momentos significativos en compañía de amigos y familiares.

El domingo, la celebración alcanzó su punto culminante con el tradicional baile de los papagüevos durante la Batalla de Flores, un evento que adornó el casco del pueblo con color y diversión. Esta visceral representación de la cultura local no solo entretuvo a los asistentes, sino que también dejó claro que la romería es un espacio para la alegría y la unión.

La murga Ni Quito Ni Pongo no solo se destacó por su participación activa, sino que también agradeció a todos aquellos que aportaron su granito de arena para hacer de este evento un éxito rotundo. La comunidad se unió una vez más en un acto que une generaciones y perpetúa la riqueza de nuestras tradiciones.

Así, con las memorias frescas y las sonrisas aún en el rostro, la murga cierra esta edición de la romería con la promesa de regresar el próximo año para seguir celebrando nuestras raíces. Les dejamos algunas imágenes de los preparativos y de los momentos vividos, esperando verlos nuevamente el año que viene.

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