La noche del pasado viernes las calles empedradas de La Villa de Teguise, antigua capital de Lanzarote, se impregnaron con las tradiciones carnavaleras más ancestrales concentraron en los aledaños de la plaza de Los Leones a muchos curiosos que lejos de plumas, plataformas y lentejuelas querían descubrir muy de cerca como se celebraban los carnavales los habitantes de los pueblos y capitales en épocas lejanas y que hoy día cada vez despierta más interés en la población actual.

El departamento de Festejos, dirigido por Nory Machín, acondicionó la plaza para que cada uno de los colectivos llevaran a cabo su actuación bajo la atenta mirada de los espectadores.

Los Diabletes de Teguise sorprendieron con sus danzas, un ritual muy característico de este carnaval, que tiene una raíces que se remontan originariamente de América y que fue importada por algún emigrante. Los Diabletes salen por las calles gritando “Elegua”, persiguiendo en su recorrido a niños y jóvenes y en una noche como esta no podía faltar.

Otro de los colectivos culturales de Lanzarote esta formado por la parranda marinera Los Buches, sin lugar a dudas son una reliquia cultural de Arrecife y Lanzarote, la máxima expresión del carnaval popular de las islas y el testimonio más vivo de los hombres y mujeres de Arrecife con el mar.

Los Toros de Tao y Tiagua también estuvieron presentes un año más despertando la curiosidad entre el público por saber un poco más de otra de las tradiciones que en Lanzarote está muy arraigada. En la actualidad cuando llegan estas fiestas los vecinos de Tao cada vez más se manifiestan en sus calles implicando a los más pequeños para así continuar con la tradición.

La isla de El Hierro estuvo representada por “Los Carneros de Tigaday”. En esta localidad cuando llegan estas fiestas los vecinos en las calles no bajan la guardia porque Los Carneros de Tigaday andan sueltos y todo lo que no es pelaje, cuernos y calavera de carnero, es piel cubierta del negro y pastoso betún. Así es imposible reconocer a quien esté bajo el disfraz, porque el que ayer podía ser tu vecino, hoy es un bárbaro grotesco. Junto a ellos va un pastor al que llaman “el loco”, también encuerado y embetunado, pero con la máscara de un rostro humano desfigurado.

Desde Gran Canaria llegó lo más representativo del carnaval tradicional, encabezada por Miguel Afonso con su acordeón y su banda “La Orquestina La Matiné” y un grupo de mujeres y hombres a las que también se unieron vecinas y vecinos de Teguise luciendo unas lujosas vestimentas recordando aquellos bailes de sociedad con la música y bailes de los años 40.

Sin lugar a dudas la representación de Guadalajara despertó la curiosidad de los presentes. “Los Diablos de Luzón”, una tradición que data del siglo XIV, un proceso de transformación por el que los hombres y mujeres que forman parte de la fiesta dejan de ser simples humanos y pasan hacer Diablos. Primero cubren su ropa moderna con una vestimenta negra a modo de camisón y luego comienza a embadurnase en crema hidratante para preparar la piel para el pringue tiñoso que vendría después, una especie de mezcla de hollín y aceite para cubrir cada milímetro de piel que quedaba al descubierto. El aspecto siniestro lo rematan con una almohadilla que servía para sujetar unos voluminosos cuernos y una falsa dentadura hecha con papas crudas y unos ruidosos cencerros a la cintura, un auténtico espectáculo.

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