La Plaza del Príncipe de Asturias, que es la denominación completa de este coqueto recinto de la zona centro de la capital, es un cuadrilátero casi perfecto delimitado por las calles Ruíz de Padrón (al norte), José Murphy (al este), Villalba Hervás (al sur) y Valentín Sanz (al oeste), lugar de encuentro de los residentes, visitantes y transeúntes de toda condición en su paso por la ciudad en los 160 años de existencia, en un primer momento como Plaza del Príncipe Alfonso (en honor del posteriormente monarca Alfonso XII).

La gestación de esta iniciativa se produce al poco de iniciada la segunda mitad del siglo XIX y el proceso de desamortización puesto en marcha en España sobre bienes comunales del Estado, ayuntamientos, órdenes militares y clero. Es en ese contexto en el que se escoge la huerta de lo que había sido el convento de San Francisco -anexo a la actual iglesia del mismo nombre-, un terreno que había sido barajado con ese propósito ya en el primer cuarto de esa misma centuria.

El proyecto de la Plaza del Príncipe registró diferentes vicisitudes desde el inicio de la obra –autoría de Manuel de Oráa-, en octubre de 1860, incluyendo la paralización de la misma por falta de fondos, la instalación de una gran fuente de hierro fundido en el centro de la plaza (1871) y el desplazamiento de la misma hacia la calle Villalba Hervás con la erección en su lugar de un templete de la música para acoger actuaciones, ya en el periodo de entreguerras del siglo XX.

Son características de la plaza sus cuatro entradas –la principal, a pie de calle la orientada al oeste, y las restantes mediante escalinatas-, los paseos con bancos en torno a la estructura central, los laureles de Indias y el grupo de esculturas que reflejan diferentes etapas en la historia de la plaza y de la ciudad: las imágenes de la Primavera y el Verano, alegorías en mármol dispuestas en la entrada principal estatuas; la obra Coraje, grupo escultórico en hierro y bronce de la holandesa Hanneke Beaumont (que formó parte de la II Exposición Internacional de Escultura en la Calle, de 1994), y más recientemente, la estatua dedicada a Enrique González Bethencourt, fundador de la Afilarmónica Ni Fu-Ni Fa, y referente del Carnaval de Santa Cruz.

La Plaza del Príncipe ha sido un punto central de las principales actividades culturales y festivas de la ciudad, con especial protagonismo en las celebraciones del Carnaval. Con todo, siempre es agradable disfrutar de los ambientes de la Plaza, lugar para un respiro en el ritmo cotidiano de la ciudad, donde compartir un refrigerio en su cafetería o, simplemente, dejar transcurrir el tiempo.

El diario

 

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