El Carnaval de Santa Cruz de Tenerife es, sin duda, una de las citas festivas más importantes y representativas de Canarias. Sin embargo, no está exento de problemas estructurales que merecen una revisión urgente. Uno de ellos —cada vez más evidente— es la limitación del concurso de comparsas a un máximo de diez agrupaciones. Esta cifra, que podría haber sido razonable en otras épocas, hoy se ha convertido en una barrera que impide el crecimiento y la inclusión de nuevos grupos.

Un caso claro es el de la comparsa Bella Mariana, con sede en Candelaria, que a pesar de haberse inscrito en tiempo y forma para el pasado Carnaval, no pudo participar. ¿La razón? El cupo estaba lleno. Esta situación no solo genera frustración entre los nuevos grupos que quieren abrirse paso, sino que también revela una falta de flexibilidad del sistema actual.

¿No podríamos simplemente ampliar el concurso? Si se permitiera la entrada de una o dos comparsas más, el impacto en la duración total del evento sería mínimo: alrededor de una hora y media más. Con un final aproximado sobre las 4:00 de la mañana, no parece una exageración para un evento que presume de ser uno de los mejores carnavales del mundo.

Otra alternativa lógica sería aprovechar la plaza vacante que deja la comparsa Abenaura la cual, en un comunicado publicado en febrero, anunciaba su retirada del Carnaval 2026 debido al desgaste natural de los grupos y la creciente exigencia de participación. Esa plaza libre podría ser asignada directamente a una comparsa nueva que cumpla los requisitos establecidos, como Bella Mariana.

Pero aún hay más opciones. El concurso de comparsas del Carnaval de Los Cristianos (Arona), que ha ganado popularidad en los últimos años gracias a los espectáculos y vestuario de gran calidad, podría convertirse en un trampolín. Siguiendo el modelo de las murgas del Norte, donde la agrupación ganadora obtiene una plaza automática en Santa Cruz para el año siguiente, podríamos replicar ese sistema y convertir Arona en una preliminar para futuras comparsas santacruceras.

En definitiva, si queremos un Carnaval que esté realmente abierto a la evolución, la inclusión y el talento, no podemos seguir bloqueando la participación de nuevos grupos por un número cerrado. Es hora de repensar el modelo y abrir las puertas a una nueva generación de comparsas que está deseando brillar en el gran escenario de Santa Cruz.

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