Antes de meterme en un lío, quiero dejar claro que sé que hay muchos colectivos que viven del carnaval y que verán como su economía se resiente. Lo sé y me apena mucho. Como me apenan los que viven de ferias del libro, de cualquier otro tipo de cultura, de ferias navideñas y de la Cabalgata de Reyes (también suspendida, pobres niños) y un largo etcétera.
Son muchos los colectivos que han visto, y desgraciadamente verán, afectada su economía por la situación en la que actualmente vivimos (esta frase se ha convertido en el nuevo eufemismo favorito de todo el mundo).
“La situación actual”, señores, llamemos a las cosas por su nombre: es, ha sido, y seguirá siendo una pandemia mundial que está asolando negocios, haciendo que suspendan miles de actos de toda índole (menos el fútbol que debe ser que tienen una capa de inmunidad como la de invisibilidad de Harry Potter, o el Sálvame, que éstos en todo caso tienen una capa de “imbesivilidad”) y lo más importante y de lo que parece que la gente se olvida, ha matado a millones de seres humanos que ya nunca más ni en 2020, ni en 2021, ni 2022….jamás, volverán a disfrutar de unos carnavales, ni de una Cabalgata de Reyes, ni de una cervecita al sol.
Seamos, por favor conscientes de eso. Este virus mata y sigue matando y lo seguirá haciendo dentro de dos meses cuando cambiemos de año. Parecemos (y me incluyo) ilusos pensando eso de “que se acabe pronto este 2020 terrorífico” ¿que creemos que pasará? Que con la última campanada del 31 de diciembre el covid desaparecerá por arte de magia como el vestido de Cenicienta? Creo que no.
Así que, a los carnavaleros, mi más sentido pésame, pero no es el momento de fiestas.
Zeneida Miranda Suárez 