El nieto de Lina aprendió Matemáticas en el revés de las partituras de la Peña del Lunes, a donde iba cuando salía del colegio. Hoy es el único canario que lucha por ganar el programa de Antena 3.
Besay Pérez, el solista más laureado en las filas de la Unión Artística El Cabo –con cuatro primeros y tres terceros como intérprete de la formación lírica que fundó el maestro Faustino Torres–, es considerado por muchos como la voz del Carnaval chicharrero, un reconocimiento que este pibe de barrio pelea tener a nivel nacional en el programa La Voz, de Antena 3, que afronta desde hoy dos semanas que serán determinantes en su carrera musical, pues le permitirían hacer su sueño realidad con una firma discográfica.
Sería el broche de oro a su participación en este espacio televisivo que comenzó cuando decidió someterse a la primera fase online que se desarrollaron el pasado mes de febrero y que, tras superarla, lo llevó a dos casting en Las Palmas, antes de verse en Madrid en las audiciones a ciega, y hasta coprotagonizar un dúo con David Bisbal en el primer asalto que se ha convertido en viral; solo en la página oficial registra más de 700.000 visualizaciones, sin contar las recibidas en otros dominios, como las cuentas de Los Sabandeños, con 600.000 reproducciones, o en el perfil de la murga Nietos de Sarymánchez, con 400.000 visitas.
Con solo ocho años cantó como solista de La Peña, para seguir en El Cabo, Majuelos o Los Sabandeños
En entrevistas anteriores a su salto a televisión, Besay siempre se ha definido como un chicharrero afincado en La Laguna, enamorado de Tenerife y de Canarias. Nacido el 13 de junio de 1992, se crió en el barrio de Somosierra y aprendió sus primeras letras en el colegio de García Escámez, hasta que continuara su formación en el Instituto Andrés Bello.
Besay nació en el seno de una familia carnavalera, en general, y rondallera en particular, por lo que él solo ha tenido que seguir los pasos que le marcó su abuela Miguelina –conocida familiarmente como Lina–, pieza fundamental en su educación, para facilitar que su madre pudiera desarrollar su labor profesional como sanitaria en el Hospital Universitario de Canarias (HUC). El actual semifinalista de La Voz tiene un mellizo, Aitor, que disfruta más del deporte que del canto, a diferencia de Besay, además de un hermano mayor, Yeray.
Nada más salir del colegio de García Escámez, Besay acudía de la mano de sus abuelos a la rondalla Peña del Lunes 1965, donde regentaban la cantina de la sociedad, y donde incluso recibió clases particulares de Matemáticas.
Con apenas 8 años, la Concejalía de Fiestas del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife organiza el Certamen de Habaneras, y el entonces director de la rondalla de la Peña del Lunes, Roberto González Ramos, invita a Besay a actuar de solista en el número de La Perla. Fue la primera vez, pero era la puerta de entrada al género lírico del Carnaval dado que a la siguiente edición, en el año 2001, concursaría en el Certamen de Rondallas con el tango Mi Buenos Aires querido, por el que recibió una mención especial del jurado que elogió su capacidad, en un concurso donde el ganador fue Celso Albelo, seguido de José González –ambos del Orfeón La Paz–, y en el que Manuel Gándara, de El Cabo, quedó tercero. Fue una etapa de oro para la lírica del Carnaval, que estuvo coprotagonizada también por Argelio Bermúdez, Francisco Flores, Jorge de León, con los que compartía escenario el niño de la Peña, quien cerró su andadura en esta rondalla en 2006, para salir a la edición siguiente en San Gerardo.
En 2008 descansa para sortear el cambio de voz y regresa a la modalidad de la mano de Míriam Luz Fumero, entonces directora tanto de los coros infantiles de Santa Cruz como de la Unión Artística El Cabo, donde estaba al frente de la orquesta de cuerdas Israel Espino. A partir de 2009, Besay Pérez vincula su futuro como solista a la rondalla del fallecido Faustino Torres, y logra cosechar cuatro primeros como intérprete en los años 2012, 2014, 2017 y 2019, a lo que suma tres terceros, en 2011, 2015 y 2016, que lo convierten en el solista de El Cabo más laureado en la historia, frente a los tres que sumó en esta formación el admirado Manolo Bello, o a los dos primeros, también en El Cabo, de Argelio Bermúdez.
Otras dos personas serán decisivas en la evolución musical de Besay. El que fuera director de cuerdas, Israel Espino, también fue responsable de Los Majuelos, agrupación que le abrió las puertas al joven solista tres años. En 2011 recibe la invitación de Benito Cabrera, entonces al frente del apartado musical de Los Sabandeños, y lo incorpora en su elenco de solistas, una trayectoria que continúa hasta la fecha, curiosamente con Israel Espino al frente de la formación de Elfidio Alonso.
Besay se convierte en uno de los dos solistas de cabecera de El Cabo –junto a Javier Hernández– cuando llega el Carnaval y a lo largo del año desarrolla su carrera de la mano de Los Sabandeños. En 2016, Javier Lemus, director de la murga Zeta-Zetas, siembra en Besay el aguijón de la popularidad de la final más multitudinaria del Carnaval y lo invita a interpretar la presentación, a ritmo de Gladiator, y se implica en el repertorio, como ocurre desde entonces.
Desde una perspectiva más pura como intérprete, Besay es un cantante versátil, que aunque no se considera especialista en lírico, sí reconoce ser un amante del género, sin desmerecer la canción ligera, el tango, los ritmos mexicanos, el musical como demostró con María en el último programa que le valió el pase entre los ocho semifinalistas gracias a Malú.
Feliz con la música
Pero por encima de todo Besay es un intérprete que es feliz cantando, que contagia al público hasta el punto de sorprenderse porque, desde que sale por la televisión, muchos espectadores lo paran por la calle como si fuera uno de los grandes de la canción. Falta que ahora pueda hacer realidad su sueño, consolidar una carrera musical que le permita vivir dignamente sin la preocupación de estar pendiente de la cuenta corriente. Desborda felicidad desde la empatía y con la espontaneidad que muestra frente a un Luis Fonsi o tendiendo el brazo por encima del hombro a David Bisbal.
Besay ya se ha convertido en el canario que ha llegado más lejos en una edición del programa La Voz, donde estuvo en el pasado Sislena Caparrosa, quien fuera solista de La Rondalla Mamel’s, que se quedó en La Batalla.
Precisamente en el próximo Carnaval tendrá la oportunidad de medirse en el Certamen de Rondallas con otra de las finalistas de La Voz, Diana Larios, natural de Huelva que desde abril y durante unos meses impartió unas clases de canto en la Casa del Miedo y ha comprometido su participación como solista de la formación lírica que preside Manolo Peña de cara a la próxima edición, en lo que supondría su estreno en la fiesta chicharrera, para lo que se tendría que trasladar de Sevilla, donde trabaja en el teatro La Maestranza.
El sábado Besay afronta su semifinal y con él estará representado el Carnaval, donde nació y se crió, hasta convertirse en exponente de una nueva generación que sigue los pasos de los grandes.
Humberto Gonar