De chico quiso ser médico, pero le daba miedo la sangre; astrofísico, pero las matemáticas se le resistían, soñó con ser artista y su familia pensó que era otra de sus locuras. Este ‘profe’ de Historia siente que en tres años ha sido más reconocido como ilustrador que en treinta como cantante. En la pandemia descubrió la técnica de aprender dibujando; la llevó a su colegio y a su vida. Así llegó a autor del cartel de Carnaval 2024.

¿Quién es Arón Morales?

Un gomero. Profesor de Historia. Cantante aficionado y técnico superior en Ilustración por la Escuela de Arte Fernando Estévez. Hijo, marido, bambón…

¿Cantante aficionado?

Si, no he estudiado música aunque es verdad que llevo cantando más de treinta años. Pero siempre me considerado un intruso en la profesión. De hecho, he ilustrado tres años y parece que se me ha reconocido más por ilustrar que por tentar. Eso es lo que yo siento.

¿Qué hace mejor: ilustrar o cantar?

Ninguna de ellas (se ríe). Yo soy un entrometido.

¿Cuándo descubrió su faceta como ilustrador? Cuando era niño, ¿qué quería ser de mayor?

Primero quería ser médico, pero me daba miedo la sangre; después astrofísico, pero se me daban fatal las matemáticas. Soñé con ser artista pero mi familia pensó que era otra de las locuras que me daba porque siempre he estado como saltando aquí y por allá. Cuando estudié Historia y empecé a dar clase, llegó a mis manos una metodología nueva, que es la del pensamiento visual, que trata de aprender dibujando o enseñar dibujando y me di cuenta de que los chiquillos aprendían mejor Historia cuando yo se las dibujaba o les ayudaba a ellos la dibujaran. Entonces, casualmente, llegó la pandemia, miré para adentro y empecé a dibujar todos los días y muchísimas horas. En 2021 me da por meterme en la Escuela de Arte. Allí coincido con mi admirado Javier Nóbrega y estuvimos estudiando durante dos años Ilustración y de repente me veo ganando el cartel sin creerlo.

¿Cuándo comienza su vínculo con el Carnaval?

Soy medio gomero, medio chicharrero. Mi madre es de Tenerife y su familia siempre ha estado muy vinculada con las carrozas, metidas en coser disfraces para la calle, algo que llevo muy metido, hasta el punto que hemos ganado algunas premios en concursos de mi pueblo. En 2011, cumplí el sueño de entrar en Bambones. Me enamoro de una murguera también y ese es mi vínculo. Desde 2015 no salgo en Bambones pero siempre está esa vinculación aunque ya no soy tan carnavalero de calle como antes.

¿Recuperado de la emoción por ser ganador del cartel?

Creo bastante poco en mí y son los demás los que me han reforzado. El anuncio del cartel fue una sorpresa increíble. Hubo gente que me apoyó desde el principio y que hicieron como el concurso como propio y hasta lo compartió más en redes que yo mismo. No era consciente del cariño que tenía la gente y todo lo que han hecho porque les gustaba la obra.

¿El cartel es una obra convencional? ¿Define su Carnaval?

Define mi Carnaval. Detrás del cartel hay mucho de mí y del Carnaval que yo viví. Por deformación profesional –soy historiador– y he tirado un poco de archivo y de memoria. Entonces están esos iconos representados en las televisiones pequeñitas y después está el Carnaval de calle que se vive en cualquier esquina de Santa Cruz con el típico personaje que lleva ese micrófono para interactuar con los demás –en este caso es un cetro–, la falda de tul, esos zapatos… Es la conjunción del Carnaval de calle con el de los grupos.

¿Qué técnica utiliza?

Es una mezcla. Empiezo dibujando a grafito, utilizo un lápiz de color rojo y utilizo muchas texturas con papeles de cartulina, papeles de acuarela y cartones. Todo eso después, cuando lo tengo montado por separado, lo escaneo y lo digitalizo y empiezo a darle color con digital. Si yo tuviera que hablar de mi estilo de arte, es un estilo que está hecho como rayones. Recupera el arte más convencional y desarrolla técnica digital.

El personaje del cartel… ¿es Celia Cruz o no?

(Se ríe). Cada uno debería pensar si puede ser Celia o no. No lo hice queriendo que fuera Celia, sino por recordarla ya que ha sido muy importante para Santa Cruz, pues ha contribuido a que el Carnaval se internacionalice. Justamente cuando empecé a pintar el cartel en julio se cumplían 20 años que no estaba con nosotros. Aquel Carnaval fue bastante importante, porque era uno de los primeros que vivía como universitario. Tengo grabada una entrada de Bambones, que es aquella entrada de Celia, que para mí marcó cambios muchísimo. Pero si nos fijamos bien en el personaje del cartel vemos que tiene una barba que le están naciendo como le ocurre a cualquier muchacho que ha dejado tres días sin afeitar y se maquilla para salir a la calle.

¿Soñó con ser autor del cartel anunciador del Carnaval?

Más que un sueño era utopía, imaginarme estar con Manrique , más que un sueño, ¿no? Era como algo que… imagínate, estar ahí con Manrique. Nazco, Cañete o Javi Nóbrega, gente a la que admiro, y más de actualidad, Nareme Melián. Era una fantasía y todavía no me la creo. Va a tener que pasar al menos una semana para que yo diga: jo, estoy con esta gente tan grande y que he admirado durante un montón de años.

¿Concurso popular o designación a dedo del cartel?

Nunca a dedo. Nos guste más o menos, el cartel siempre lo tiene que elegir la gente por votación porque el Carnaval es una fiesta que hace la gente. Además, si la gente se siente involucrada y vota, eso hace que el cartel sea suyo y lo sientan como suyo. Aunque hay gente a quien no le guste. Pero siempre va a tener esa legitimidad que tiene la democracia y que creo que debería regir todas las decisiones que tomamos para vivir en sociedad.

¿Dónde se le encuentra en el Carnaval de calle?

Ya no salgo tanto por cuestiones de la vida, pero como buen bambón siempre se me veía en la esquina de Bambones, junto a la plaza del Príncipe.

Ganó el cartel, ¿ahora a por el escenario del Carnaval?

No, eso se lo dejo a Nareme Melián que le toca hacerlo durante un par de años. Y después hay gente más capacitada que yo para eso. Y le lanzó el reto a Javi Nóbrega, que tiene la creatividad, las ganas y la capacidad de hacerlo por su formación y por su forma de trabajar. Y a otros tantos arquitectos efímeros que tenemos en la fiesta y buenos arquitectos que pueden hacer cosas grandísimas; yo me dedico a cantar.

Humberto Gonar eldia.es

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