El Carnaval de Santa Cruz de Tenerife en particular y el mundo del arte en general está de luto por la muerte en la mañana de este viernes del creador Juan Galarza Cabrera (Puerto de Santa María, Cádiz, 1932-Santa Cruz de Tenerife, 2023), el artista que más pintó la fiesta de la máscara, como lo avalan nueve obras. La primera de ellas, correspondiente a la portada del tríptico de la primera edición de las Fiestas de Invierno; las otras ocho restantes, carteles de los años 1962, 1963, 1964, 1968,1978, 1980, 1981 y 2008, lo que lo convierte en el artista que más pintó el Carnaval en forma de cartel.
Acuarelas, carteles, caricaturas, ilustración publicitaria, pergaminos… hasta diseños de carrozas, alfombras del Corpus –una con cajas de cerillas pintadas para conformar un mosaico gigantesco en la lagunera calle de La Carrera– integran la prolífera obra de este canario-gaditano que llevó con su paleta el Carnaval del blanco y negro, cuando se desarrolló la incipiente primera edición, en 1961, al color, en 2008, precisamente con su último cartel en una edición que se dedicó a la magia.
Y Galarza tenía mucho de mago. De artista. De creador. Como lo avalaba su ingenio y también la reivindicación que siempre hizo del personaje tradicional del acervo popular que plasmó en sus obras de arte para el Carnaval, desde las primeras Fiestas de Invierno, cuando las carnestolendas utilizó este antifaz, para que en 1978 realizó el reclamo de la segunda edición que se celebró ya de forma oficial bajo la denominación del Carnaval. No fue el único hito en su trayectoria. También pasa a la historia como el autor que firmó en 1980 el reclamo con el que tanto Santa Cruz de Tenerife como Puerto de la Cruz promocionaron su Carnaval.
El 23 de mayo de 2017 el propio Galarza donó al Museo del Carnaval el primero de los carteles, que data de 1962. El propio artista recordó entonces que «la primera petición partió de Ernesto Salcedo y de Julio Doblado, que formaban parte de un comité de fiestas, y me propusieron hacer un tríptico a un solo color para la fiesta del año 61; ya el año siguiente me encargaron un cartel», lo que despertó su entusiasmo e ilusión.
Galarza perteneció a aquellos ilustres que , lo dieron todo y más para que Santa Cruz recuperara el Carnaval. Al artista se debe que diera forma y color a los carteles, y también se contagió de la ilusión de otro carnavalero, Alejandro Esteban, más conocido en el mundo de la fiesta como el cartel viviente del Carnaval, hasta el punto de que cuando la falta de movilidad le impedía cumplir con la tradición instaurado de abrir el coso del Carnaval, siendo preciso el traslado en un vehículo, el propio Galarza ideaba sus carteles con estas limitaciones. También Galarza se implica como jurado en los concursos de las diferentes disciplinas de la fiestas; un novelero y amante del Carnaval que siempre defendió.
Galarza, un canario-gaditano
Gaditano de cuna –nació hace 91 años en El Puerto de Santa María– y tinerfeño de adopción, Juan Galarza residía desde la década de los 70 en San Cristóbal de La Laguna, donde tenía su residencia y en ella su estudio profesional. Dicho vínculo fue reconocido recientemente por el Ayuntamiento de La Laguna, que decidió otorgarle una calle del municipio por acuerdo plenario en el año 2021.
La docencia, el cartel, la caricatura, la escenografía, el pergamino o el dibujo publicitario son solo algunas de las disciplinas que conformaron su dilatada carrera artística, aunque el eje de su trayectoria fue la acuarela. De hecho, buena parte de la obra seleccionada para la exposición que a modo de antología, en 2021, recogía diferentes épocas y estilos, además de óleos y carteles, y una pequeña colección de caricaturas inéditas, reproducidas en cerámica por la artista Loles Macau.
Profesor de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla y perito mercantil, Juan Galarza era miembro de número de las Agrupaciones de Acuarelistas de México, Canarias y Cataluña y del Instituto de Estudios Colombinos, así como de la Agrupación Vanguardista Hispana de Caricaturistas Personales (Avccp).
Su actividad expositiva se cifra en más de un centenar de muestras, tanto individuales como colectivas, en Canarias, la Península, Filipinas, Japón y Puerto Rico, desde 1951 hasta la actualidad. Militó en la Agrupación Francisco Borges (1959), Agrupación de Acuarelistas Canarios (1961) o el Grupo Obsidiana (1978) o la Asociación Canaria de Humoristas Gráficos y Caricaturistas.
Su relación con el mundo de la publicidad empezó con la primera empresa de anuncios luminosos que pisó Tenerife, y más adelante se adentró en el mundo de la viñeta periodística en la cabecera de EL DÍA. Esta colaboración empezó con Alberto Santana, junto al que produjo sus primeras tiras al llegar al periódico, lo que supuso un resugir del género.
Imposible pasar por alto otra de las especialidades de la casa, su dedicación y arte en la elaboración de los pergaminos que acreditaban la condición de Hijos Predilectos y Adoptivos que concedían los diferentes ayuntamientos; al honor del máximo reconocimiento otorgado por la Corporación municipal se sumaba la obra de arte que recibía, un magisterio que ha heredado su nieta María, al igual que la pasión por el mundo de la pintura en general.
Con apenas un año, su familia se trasladó a Tenerife, donde Juan Galarza culmina sus estudios de Perito Mercantil para cumplimentar la insistencia de su padre, que sabía de su anhelo por la dedicación al mundo del arte, pero que lo condicionó al paso por la formación universitaria. A partir de ahí, Galarza se hizo un sitio y un nombre desarrollando dos facetas, el mundo del diseño artístico y su etapa en la docencia, como todavía hoy muchos recuerdan la impronta que dejó su década en el colegio San José de Calasanz.
Tras contraer matrimonio con Miguelina, tienen siete hijos –entre ellos los periodistas Juan y José Miguel Galarza, y la pintora Elena Garlaza–, siendo la familia un pilar fundamental en su escala de valores, lo que le movió también a hacer realidad otro anhelo de su infancia, cuando veraneaba con su abuelo en Las Mercedes. Así, con el paso de los años, la familia Galarza alternará entre el chicharrero barrio de El Toscal con su residencia en La Vega lagunera.
Museo Juan Galarza
Galarza nunca puso en valor su dedicación, como padre ejemplar, en el cuidado de dos hijos con Síndrome de Down, entregado en la colaboración con cuantas asociaciones solicitaban su implicación. Ni una mala palabra. Ni un más gesto. Siempre abnegado, entregado, generoso. Siempre Galarza, lo que no le impidió sortear el difícil trance de la marca de los dos.
La generosidad le distinguía. Era un privilegio para sus amigos y conocidos adentrarse en su estudio profesional de La Vega lagunera, lo que permitía al visitante adentrarse en un altar del Arte con mayúscula. Un genio que elevó al grado de obra de arte las tradiciones. Su patrimonio cuenta con más de 4000 cuadros, sin contar con las caricaturas y los trabajos publicitarios que ha hecho a lo largo de su vida. «El arte siempre me ha dominado», admitió Galarza con motivo de Caricaturas, el libro que presentó en Santa Cruz Cómic 2020, iniciativa abanderada por el periodista Paco Pomares. «No le gusta encasillarse ni definirse dentro de un estilo concreto, puesto que para él su amor por esta disciplina estética es lo que prima a la hora de realizar cualquier trabajo», se hizo constar.
Perito Mercantil, se entregó a sus tres pasiones: la familia, el diseño artístico y el mundo de la docencia
Su técnica estaba sujeta a la sencillez de su trazo que distinguían sus caricaturas, fáciles de identificar, con las que definía de forma gráfica la personalidad. «La clave está en grabar la personalidad de cada uno de la forma más simple posible». Sobre la tendencia artística, Galarza ya advirtió que veía «demasiado materialismo» en contraposición a lo que se veía en los años 70. «Pensábamos con más tranquilidad y aquella época era más espiritual». La clave de su magisterio: «la riqueza del arte es el intercambio de ideas, estilos y técnicas».
A las 10:28 horas de este viernes 26 de mayo, un mensaje sacudía las entretelas: «Papá acaba de fallecer. Recemos por él», con la misma convicción y esperanza que vio este grande del Carnaval que por encima de artista fue persona.
Humberto Gonar