Tienen su sede de La Salud y gracias a la complicidad de otros colectivos como Jocikudos, Lenguas Largas o Rebeldes multiplican por cuatro su local para poder cumplir el protocolo covid.
Como si de una profecía se tratara, Zeta-Zetas se adelantó, también en su forma de ensayar a la realidad que ha impuesto el protocolo de seguridad que ya es de obligado cumplimiento en todos los grupos para evitar posibles contagios. Coincidiendo con la incorporación en la dirección musical de Richard Casanova en el pre Carnaval de 2020, la murga 3D adoptó un nuevo método para montar y sacar brillo a las voces, dividiendo a la murga por grupos de trabajo para montar las voces. Previamente, el responsable del grupo se encarga de realizar un máster que traduce en forma de pistas el tono que deben de aprender.
Zeta-Zetas inventa los ensayos en el ‘multilocal’
Es una forma meticulosa de mimar las voces: primero con audios que recibe cada componente según su tono para luego, por la noche, reunirse en días alternos, según la proximidad del concurso, para repasar las melodías por cuerdas y, cuando ya esté aprendido, ensayar por grupos antes de «empastar» juntos; algo que realizarán en espacios más amplios. Para esta metodología es preciso ampliar su local, y ahí entra en juego la colaboración de otros grupos de La Salud, como Jocikudos o las infantiles Rebeldes y Lenguas Largas, que han hecho posible multiplicar por cuatro la sede de Zeta-Zetas, colectivo que cuenta con la dirección artística de Javier Lemus, también letrista junto a Santi Martel y esta edición con la incorporación Naara Hernández.
Es la cara oculta de un trabajo minucioso, a la medida de su responsable musical, que aprendió el método de Carlos Mas –en Mamelucos– y que sirve de base a las locuras de Zeta-Zetas, que desafiará la premura y los condicionantes sanitarios para satisfacer el más difícil todavía, esta vez con dos canciones y no cuatro, con menos tiempo pero más intensidad.
Humberto Gonar 