El tribunal encargado de evaluar los trabajos Fin de Grado (TFG) del casi centenar de alumnos que cursan estudios de Comunicación Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos, en Madrid, otorgó el pasado viernes un sobresaliente al reportaje que presentó Tatiara Chinea, antes componente de la murga infantil Pita-Pitos que estudió el doble grado de Periodismo y Comunicación, que inició en el año 2018.
Nacida el 7 de septiembre del año 2000, la infancia de Tatiara está directamente vinculada a San Matías, donde aprendió sus primeras letras y luego pasó al instituto, para establecerse en El Rocío, donde vive su abuela. El vínculo familiar con las hermanas Teresa y Margarita Plasencia –cofundadoras de Pita-Pitos– le abrió las puertas para sumarse a la murga infantil con solo seis años, en la que militó hasta 2017.
La decisión que tomó la formación infantil de no salir al Carnaval 2018 le privó a Tatiara de despedirse al cumplir la edad máxima permitida en la modalidad; en realidad, fue una profecía, porque nunca ha dejado de colaborar, incluso ya en su etapa adulta, apoyando como extra o en las parodias de la murga infantil.
Tras cerrar su etapa en el instituto, Tatiara puso rumbo a la Universidad Rey Juan Carlos, en Madrid, para hacer realidad su ilusión de cursar el referido doble grado, desafiando en los dos últimos años algún contratiempo en su salud, hasta convertirse en la mejor embajadora del Carnaval en la referida universidad.
Cuando tuvo que elegir la temática del Trabajo Fin de Grado, Tatiara lo tuvo claro. Escuchaba a sus compañeros a hablar de sus aficiones pero cuando ella contaba que participaba en una murga en Tenerife casi nadie entendía qué suponía en su vida.
Ese fue su reto: un reportaje que mostrara la relevancia que tiene para la familia del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife participar en un grupo, tomando como referencia en género en el que la propia alumna se formó. A partir de ahí, hilvanó un reportaje que tiene una duración de 26 minutos y en el que reúne voces tan acreditadas en las carnestolendas como las de Eliseo Carrillo, director y antes presidente histórico de la Afilarmónica Ni Fú-Ni Fá; así como Ulises Noda, otro de los referentes de la institución; o el admirado Nicolás Mingorance, autor de casi un centenar de letras de la murga madre de Canarias, o Cristóbal Reyes, el responsable de la institución.
Con la referencia del ADN murguero, Tatiara abrió juego para escuchar el testimonio de los directores de Bambones, Primi Rodríguez, así como Masi y Tomi Carvajal, de Diablos Locos, o Keyla Jerez, de Marchilongas; Javier Lemus, que marcó la historia no solo de Zeta-Zetas sino para el concurso en general; o el futuro de Pita-Pitos que representa Héctor Peña, el nuevo responsable de la murga infantil en la que se formó Tatiara y que con 12 años –hijo de un Diablo Locos– marca el compás y es uno de los máximos exponentes de la nueva generación murguera.
Las voces y las experiencias de estos protagonistas del Carnaval hilan una historia de amor y pasión que enamoró y conquistó al tribunal de la Universidad Rey Juan Carlos. Así, cuando Tatiara finalizó la exposición de su Trabajo Fin de Grado, los profesores le preguntaron cuál era su objetivo, a lo que ella respondió: «Explicar qué es una murga del Carnaval de Tenerife y qué sienten y cómo lo viven las personas que la hacen posible». Con desconsuelo, Tatiara quería, y lo logró, que de la misma forma que otros compañeros hablaban con admiración de la tauromaquia, del mundo del motor o de las audiencias de la tele, la afición que marcó su vida tuviera también un reflejo en su condición de estudiante de Comunicación Audiovisual.
Junto al sobresaliente que le valió el trabajo, la mayor satisfacción de Tatiara es mostrar qué es una murga y el Carnaval, acercando a la Universidad los valores y los principios de una parte de las más de siete mil personas que desde final de agosto o comienzos de septiembre se entrega de forma gratuita a ensayar para dar lo mejor de sí sobre el escenario. Y a precio cero. Dejando atrás a sus familias cuando no hay luces de focos. Sacrificando el tiempo de descanso. Pero, como le ocurre a Tatiara, la mayor satisfacción es la ser partícipe de la felicidad del Carnaval, una terapia frente a la adversidad.
Humberto Gonar