Samuel Fumero es el músico tranquilo que se incorpora a la Casa del Miedo en calidad de director musical, una de las señas de identidad de Mamelucos –junto a sus disfraces–, desde que el todopoderoso –vocalmente hablando– Carlos Mas colocó a la murga en el mano a mano con Singuangos en los ochenta.

La historia de Mamelucos se cuenta más por ciclos que por años desde su fundación en 1980: Carlos Mas, Richar Casanova, su hermano Xerach Casanova (de 2009 a 2020) y desde 2023, Samuel Fumero, un músico realejero nacido el 9 de noviembre de 1987 que flirteó con murgas de la mano de Irónicos, de su municipio natal, hasta que tras cinco años (2008) cerrar este ciclo y dedicarse a su pasión: la música. Desde entonces, más de setenta composiciones avalan su labor.

Componente de Los Cantadores, Los Sabandeños, Achamán y también director musical de Tigaray, combina su faceta con su condición de productor y arreglista. Después de su periplo como fundador de Irónicos, durante unos escasos cinco años, su segundo y último contacto con las murgas fue en 2020, cuando aceptó la propuesta que le trasladó el director musical de Diablos Locos, Víctor Asensio, para interpretar el arreglo que había hecho con su grupo del tema Flor Pálida de Pablo Milanés en el tributo a Maxi Carvajal. De esa experiencia elogia la murga unida, sin falsedades, por lo que reconoce que se identifica con virtud trónica de la murga como una familia.

Más allá de ese paréntesis en forma de colaboración, han pasado trece años de la última vez que se subió con una murga, la suya de Los Realejos. Evita hablar del reencuentro con el Carnaval, que esta actividad se enmarca en su labor como músico y compositor, y de nuevo arreglista de murga. De Mamelucos. Eso sí, advierte de que «no puedo hacer un trabajo sin poner alma y amor». A través de José María Tejera, componente de Mamelucos, recibió la primera invitación para reunirse con Manolo Peña, presidente de Mamelucos, allá por marzo, si bien nunca imaginó que le fuera a proponer la dirección musical de esta institución a la que Fumero conoce desde el paso de Carlos Mas, uno de los mayores productores musicales de Canarias, elogia quien con el paso de tres lustros lo sustituirá en la misma responsabilidad. Y asume el reto de tomar el testigo de Xerach Casanova, a quien reconoce su «talento para crear», hasta consolidar a Mamelucos como una murga e institución.

El director musical de Tigaray admite que cayó rendido por la capacidad de persuasión de Manolo Peña. «Es increíble la fuerza que transmite tanto al colectivo y por cómo lo gestiona». Fumero afronta un proyecto «para probar e incorporarme nuevamente en el Carnaval. Voy a sumar y poner toda la ilusión para que la murga suene», para lo que pivotará en los jefes de cuerdas de la murga.

Más que competitivo, Fumero admite que le gusta marcar la diferencia con el trabajo que realiza, más allá de ser competitivo. Y simplifica la explicación: «El objetivo es subir escalones. Lo que me ha hecho feliz es que se reconozca el trabajo de Tigaray, que se ha tornado en una evolución». De ahí que prefiera ser más un músico más humilde que competitivo a sabiendas de la intensidad con la que algunos viven la murga. Dada su condición de músico vinculado al folclore, cuando se le pregunta en qué se parece este género con las murgas, Fumero lo tiene claro: «El Carnaval ha dado también muchos músicos», para recordar a Israel Espino, Fernando Cruz, Javier Hernández, Besay Pérez –compañeros en Sabandeños–, o Héctor González, y los grancanarios Víctor Batista o Josito Suárez.

Cuando se le pregunta si el futuro de la modalidad pasa por las voces o por los efectos especiales, Fumero lo tiene claro: «Una murga siempre ha sido y es la letra». Xerach Casanova, predecesor de Fumero, sentencia: «Se queda la casa en manos de lo mejor de lo mejor, tanto en lo profesional como en lo personal».

Humberto Gonar eldia.es

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