«Y que no se olviden las mariquitas jóvenes de ahora que para que ellas hoy fueran libres, muchas como yo y otras que ya están desaparecidas corrimos por la calle con el DNI en la boca, mirando pa’delante, pa’trás, pa’la izquierda y pa’la derecha, para que no nos partieran la espalda a porrazos los policías», recuerda el transformista, cantante y humorista Pedro Daktari que ha sido distinguido como Hijo Predilecto por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria este 2023.
Nacido el segundo de una familia de 18 hermanos, Daktari se cría en la calle Gordillo, en el barrio de La Isleta, «hasta que a mi madre le dieron una vivienda en las Casas Baratas» por tratarse de familia numerosa. «Bastante aguantó ella cada vez que mi padre llegaba del mar y le hacía un chiquillo», dice orgulloso sobre una mujer que marcaría su vida. «Era muy trabajadora», confiesa sobre una cualidad que Pedro, sin duda alguna, heredó de ella.
Desde muy pequeño, Pedro Caraballo improvisaba un escenario en el patio de su casa, aprovechando tres escalones y un pequeño descansillo, aunque él dice que es artista por casualidad –«Yo era camarero», cuenta, «y un día de broma, cansado de esa vida de servir, le dije a un amigo que me iba a vestir de mujer para cantar y bailar… Y hasta hoy»–.
De El Confital a Playa del Inglés
Así, Daktari lleva 44 dedicado al espectáculo, «primero en el Puerto y El Confital, donde actuábamos en las naves que había allí entre las chabolas, donde los matrimonios que venían a vernos te invitaban a una copa o a algo de comer»; y luego en Playa del Inglés, «donde actué en los locales de mariquitas del centro comercial Nilo y Yumbo durante años».
Pedro Daktari no lo menciona pero quienes le conocen recuerdan cómo diariamente durante lustros subía y bajaba en Salcai, que era como se llamaba aquella línea de guaguas que recorría la Isla desde la capital grancanaria hasta La Aldea, para subirse cada noche a los escenarios del sur a cantar «por Rocío Jurado, Sara Montiel, Manolo Escobar, la Dúrcal, el pasodoble Islas Canasrias o La Zarzamora, el mítico tema de Lola Flores», artista a la que casualmente Pedro lleva impresa en la camiseta cuando este jueves se le hacen las fotos para esta entrevista.
«Han sido muchos años de batallas y de hacerles el camino más fácil a esas niñatas, que se creen artistas sólo por ponerse una falda y una peluca», lamenta con las mismas dosis de cariño que de «coraje», admite. «Cariño sí, porque una es buena», reconoce hablando de sí misma, «pero estas muchachillas de ahora, que son muy monas pero un poco gilipollas, miran por encima del hombro a las que de verdad nos hemos jugado la vida para que ellas sean ahora libres con sus mamarrachadas o porque son más guapas o porque están mejor maquilladas…»
«¡Claro que me lo merezco!»
Cuenta que la noticia de su reconocimiento como Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria –«o Hija Predilecta; a estas alturas eso me da igual», matiza divertida– se la dio el concejal David Suárez. «Me invitaron a un acto de esos en el parque de Santa Catalina para las elecciones y yo fui no para escucharlos a ellos sino porque me dijeron que iba a haber un catering bueno; yo estaba allí para comer y entonces me soltaron aquello del reconocimiento», rememora. «¡Claro que me lo merezco!», asegura feliz a sus 75 años de edad.
Volviendo a la capital de sus comienzos profesionales y vitales admite que «Las Palmas de Gran Canaria ha cambiado mucho». En derechos no duda «que hemos mejorado» pero en las relaciones y en la amistad «esto ya no es lo que era: antes se trataba de un gran barrio donde todas nos conocíamos y nos ayudábamos; ahora, si pueden te arrastran».
Esa ciudad de su vida tiene el privilegio de haber disfrutado durante décadas del arte de Pedro Daktari en los actos del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria y las fiestas de barrios como Schamann, La Isleta o Guanarteme, entre otros, pero también se ha gozado la bondad, la lealtad y el sentido del humor de una persona irrepetible «que hasta de los sufrimientos personales he sabido reírme», admite. No le han faltado los amores en su vida aunque su particular idilio lo mantiene desde chiquillo con la virgen del Carmen.
Cuando se le pregunta a quién le dedica este reconocimiento de su ciudad no lo duda: «A las que ya no están». Y antes de terminar la entrevista pregunta cachondo si el periodista sabe si «alguien» le va «a devolver las 40.000 pesetas de las cuatro multas que me puso la policía las cuatro veces que me llevaron al cuartelillo detenida por mariquita».
Miguel Ayala