Con muchos disfraces apilados aún en las tronjas de los locales de los veintiún grupos de Carnaval que ensayan en el antiguo mercado de La Salud, los concejales de Patrimonio Municipal, Javier Rivero; Fiestas, Javier Caraballero, y del distrito, Zaida González, visitaron con cuaderno y bolígrafo en mano uno a uno de las sedes que integran el principal cuartel general donde preparan sus repertorios murgas adultas e infantiles, así como comparsas y agrupaciones musicales.
Junto a Javier Rivero, que parecía haber realizado un curso acelerado sobre la diagnosis de anomalías en la construcción, el director general de Infraestructuras, Fran Sánchez, así como de Patrimonio y también de la empresa encargada del mantenimiento de los inmuebles de titularidad municipal.
Desde el local de la murga infantil Chinchositos, donde esperaba Ramón, el esposo de la presidenta Cristina Marichal y padre de la directora de la formación, Emily García Marichal, hasta los recónditos despachos que encontraron en la parte alta del antiguo mercado, donde también tiene su sede la comparsa Bahía Bahitiare.
«Si lo vamos a hacer, lo hacemos bien». Esa fue la consigna que preside esta revisión que realiza el concejal de Patrimonio Municipal consciente de que «los grupos del Carnaval son los colectivos que más uso realizan de los locales y precisan las mejores condiciones por el tiempo que invierten en estas sedes», explicó.
Con la tarea hecha, después de indagar el uso que en el pasado se le dio al mercado de La Salud como punto de venta de productos de abastos que destinaba la parte baja para el almacenamiento de artículos que precisaban de humedad, los Javieres no se limitaron a quedarse en la barra de las cantinas, sino que subieron hasta las tronjas donde están las zonas de costura, hoy almacenes de los disfraces del pasado febrero en muchos casos.
La diagnosis general del antiguo mercado de La Salud concluye cuatro carencias que se repiten en todos los locales: humedades, la necesidad de reponer la red de saneamiento y también la fontanería –para evitar que si se produce una avería haya que interrumpir el suministro en todas las sedes– y, por último, la actualización de la red eléctrica, que en la mayoría de los casos pasa por la reposición de nuevas luminarias, sin que haya riesgo en la que existe.
La visita a los veintiún locales permite a los responsables de Patrimonio Municipal tener una diagnosis general del antiguo mercado, para ir más allá de las intervenciones realizadas durante la época de los concejales responsables en el pasado de estos inmuebles, caso de los nacionalistas Dámaso Arteaga y Juan José Martínez. Javier Rivero aseguró que es precisa la impermeabilización de toda la cubierta del mercado además de intervenir en todos los muros exteriores para evitar las humedades que se cuelan al interior de los locales. En paralelo, se precisa una respuesta interior a la medida de cada sede.
Hay grupos que solo tienen un cuarto de baño, y el concejal de Patrimonio se comprometió a buscar la fórmula para instalar un segundo, y como necesidades generar, reponer tanto la red de saneamiento como de fontanería en cada uno de las sedes, que obligaría a picar en el interior de todos los locales para sacar la conexión al exterior del mercado.
Plazos
Desde Patrimonio Municipal se prepara una intervención integral que podría comenzar una vez finalice el Carnaval 2025 y que se tendría que coordinar para que se finalicen las obras después de la edición del año 2026.
Los concejales de Patrimonio y de Fiestas insistieron en la necesidad de coordinarse ambos departamentos para, de la mano de los grupos, fijar un calendario que no afecte a los ensayos y se puedan alternar obras de mejora con los preparativos de los repertorios.
«Hemos preguntado a cada uno de los grupos sus necesidades y hemos acudido con los técnicos. Ahora toca el momento de desarrollar el estudio y ponerle presupuesto y, a partir de ahí, establecer las fases de trabajo», explicaron tanto Rivero como Caraballero.
Entre las posibilidades, se contemplará actuar en todo el exterior del mercado de La Salud en los períodos más intensos de ensayos, mientras que se plantea centrar la mejora en el interior de cada local desde que finaliza el Carnaval hasta que se aproximan los preparativos de la siguiente edición. Sin querer dar plazos, entre las primeras valoraciones se contempla que las obras comiencen después del Carnaval 2025 en la mitad de la veintena de locales del antiguo mercado de La Salud, para continuar la mejora en el exterior y la cubierta del inmueble cuando los colectivos intensifiquen los preparativos de los repertorios; o sea, a partir de agosto o septiembre del próximo año.
Se establecerían dos períodos, después del Carnaval 2025 y de 2026, para afrontar la mejora del interior de cada una de las sedes.
Pasando revista a cada local
«Planificar y priorizar». Son las premisas del concejal de Patrimonio.De ahí el recorrido que comenzó en la tarde de este miércoles en el local de Chinchositos, donde el propio Rivero parecía jugar el papel de poli malo, y Caraballero, el concejal de la eterna sonrisa, el de poli bueno.
En Chinchositos, Ramón le hizo saber desde los problemas en el fregadero a las humedades, el eterno problema de los locales del mercado de La Salud. En la búsqueda de soluciones, la concejala del distrito Salud, y también responsable de Urbanismo, planteaba como solución generar una cámara de aire instalando sobre la pared con humedad pladur.«Eso es peor», advirtió el director general de Patrimonio, mientras el responsable de la empresa de mantenimiento de los inmuebles municipales sacaba pecho al comparar que las obras que se realizaron hace nueve años aguantan el paso del tiempo mientras las ejecutadas hace dos años hace agua en algunos casos. No faltaron algunos reproches de quienes en un exceso de celo por mantener el local impecable han hecho uso de pintura impermeabilización, «lo peor que pueden hacer porque no transpira la pared». «Déjennos a nosotros», pidió Javier Rivero, que se comprometió de ejecutar unas obras dignas para quienes entregan miles de hora de su vida por el Carnaval de Santa Cruz, dijo.
De Chinchositos a Nobleza Canaria, que capea como puede las humedades que aparecen una y otra vez pese a las otras y pide un pasillo que una sus dos tronjas, o el caso de Guachipanduzy infantil, impecable casi pese a algunos lamparones que denuncian la huella de las humedades o la necesidad de mejores luminarias.En Caña Dulce, el magisterio del manitas José Lugo queda de manifiesto en el sistema de rieles inventados para colgar los disfraces. Su local parece un mirador, con las dos tronjas unidas por un pasillo para ganar espacio aéreo e incluso con los micrófonos sujetos de la estructura de la tronja. «Razón de vivir. Música y amistad», se lee en su pared.
En Trabachones, más humedades y una escalera que más parece un trampolín por la inclinación, con una ventilación que necesita mejorar. «Siente, recuerda, sueña, confía, ilusión». Palabras que transpiran el fresco que se localiza sobre su cuarto de percusión. Y en Los Yuppies… sobran las palabras. Se huele la humedad, mientras Caraballero pide golifiar en la tronja. Y así, uno a uno en cada local en busca de una solución que no sea un parche. Toca sacar cuentas y planificar para alternar ensayos con obras. El reto, un mercado digno para la familia del Carnaval.
Humberto Gonar