En Nareme Melián (Punta del Hidalgo, 1987) se dan las circunstancias para degustar el Carnaval, por su talento artístico –que quedó de manifiesto en 2018, cuando ganó su primer concurso del cartel– sino por condicionantes familiares; imposible no contagiarse de los valores de la fiesta que le permitieron tutear a cuantos han formado parte de la familia de las carnestolendas, algo que venía predestinado por el año de su nacimiento: 1987, Celia Cruz. El año del récord Guinness.
Hijo de fotógrafos –su padre, de la Punta, hermano del cantante Chago Melián, y su madre, del barrio de San José, de Las Palmas de Gran Canaria–, fue decisivo el vínculo de su progenitora durante 22 años con Barbacoa de Tacoronte, sala de fiestas pionera en la promoción para el turismo de Carnaval y tradicionales en el negocio de don Antonio. Mientras su madre trabajaba, muchas veces Pedro Gómez Cuenca y su esposa Victoria, entre otros, lo cuidaron, y es que el mayor castigo que le podía imponer era no llevarlo a la Barbacoa. Conocedor del peso de la historia del Carnaval, Nareme afrontó en 2018 la elaboración de una obra como ilustrador. Ese cartel, que hoy preside la pared frente a la que trabaja en su domicilio idílico de Tacoronte, fue la hoja de ruta de lo que debía evitar cuando se propuso una obra que rindiera tributo a la historia, a la idiosincracia del Carnaval. Más sencillo, ideó un cartel para tocar el corazón. Y vaya si lo consiguió: Frente al 25 por ciento del respaldo popular de 2018 pasó al 40% que sumó en esta oportunidad, cuando incluso pasó de quedar fuera de la terna de posible ganadores de los cinco miembros del jurado a ser el cartel del pueblo. Y los grupos. Será precisamente por esta característica por lo que será recordada su obra, ajena a polémica o elegida por una notable mayoría.
Aunque sabía que el plazo dado –45 días– era insuficiente para hacer su cartel, asume el reto y lo desarrolla entorno al chicharro, personaje al que identifica como el espíritu de Carnaval. Tras un primer borrador, luego lo pasó a limpio y lo escaneó, porque entiende que el nervio que evidencia el trazo del lápiz no lo respeta la línea de pixelles del ordenador. De ahí que el resultado final sea el cúmulo de dibujos hechos a manos que luego escanea y a modo de puzle configura el resultado final.
Cuestión fundamental es el hábito de quien dedica a diario tres horas a dibujar desde que cursó la licenciatura en Bellas Artes, y antes desarrolló el bachillerato especializado en el Fernando Estévez. Cuando las musas y la inspiración le sobrevienen, admite que «si estoy creando no puedo cortar». Si importante es el chicharro, más lo son los edificios levantados como monumentos a las modalidades y personajes de la fiesta, los pilares del Carnaval, identificando el quien es quien sin renunciar al sueño de que algún detalle del cartel pueda verse en el escenario del recinto ferial. De su desembarco en el sector editorial con la firma Diego Pun, a irrumpir como ilustrador en la Casa Animada, de Tegueste, para afrontar su etapa de esplendor desde su propia empresa, Lane Creativos, la suma del ingenio de Lara, Alexis, Noemí y Nareme. En 2023 dejará su impronta, al menos, en la cartelería de Santa Cruz y Llanos de Aridane. Esencia de Carnaval.
Humberto Gonar