La avenida más ancha de Lanzarote, una recta interminable, poco viento, algo de calor y sin lluvia. Eran los ingredientes necesarios para permitir que un acto que por la mañana parecía que se iba a suspender terminara finalmente siendo un éxito rotundo. Miles de personas han abarrotado el largo camino que va desde la salida de los integrantes de la comitiva, a la altura más o menos del hotel Sand Beach, hasta el Pueblo Marinero de Costa Teguise.

Un éxito incontestable de público para un estresado equipo de Cultura y Festejos del Ayuntamiento de Teguise capitaneado por un Javier Díaz que más que estar pendiente de su traje veneciano estaba pendiente de que todo saliera bien. Y salió.

Miles de personas entre residentes, visitantes y turistas que se comportaron en las primeras horas del coso carnavalero como demanda un acto de estas características, sin que se produjera ningún tipo de incidencia.

Para el control de la seguridad hubo un despliegue sin precedentes de la Policía Local de Teguise, a la que ayudaron desde Protección Civil, Emerlan y la Guardia Civil. El protocolo establecido fue impecable, como lo fue la llegada de gente del exterior en las anchas avenidas de la localidad turística y residencial.

Si uno se situaba en cualquier punto del recorrido, podría cronometrar que el acto, el recorrido completo, duraba una hora y media, minuto arriba minuto abajo. Fue un recorrido ágil y rápido, en el que las comparsas, las batucadas y las murgas que participaron lo dieron todo. A ellos se les sumó un entusiasta grupo de personas disfrazadas con notable nivel, aunque también aparecieron clásicos como Maxi Ferrer de Donald Trump, o nuestro compañero Manolo Rodríguez de La Vieja del Perejil.

Este año lo que no hubo fue demasiadas carrozas. De hecho, probablemente fue el año que más grupos de carnaval participaron y que menos carrozas lo hicieron, aunque entre las que hubo, como si del Flautista de Hamelín se tratara, alguna se llevó a centenares de chicas y chicos jóvenes que bailaban y bailaban al ritmo de Quevedo o de Saiko.

Crónicas de Lanzarote

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