Los trajes de reinas del Carnaval a examen: deberán pasar un control de seguridad avalado por un ingeniero que supervisará el proceso de creación hasta el momento previo a su llegada al recinto ferial para la gala del miércoles 15 de febrero. Aterriza en el Carnaval de Nueva York la ITT (Inspección Técnica de Trajes): los diseñadores deberán avalar la seguridad de sus creaciones con un certificado que garantice que son seguros y no ponen en peligro el escenario por exceso de peso.

El concejal de Fiestas, Alfonso Cabello, y los diseñadores zanjaron ayer las diferencias de los últimos diez días después de que el responsable de la organización asumiera la mayoría de las demandas de la asociación de creativos, que ya le habían pedido negociar las bases antes de llevarlas al consejo rector del organismo autónomo, como también le exigió al propio Cabello la exalcaldesa socialista Patricia Hernández, que incluso logró que el edil nacionalista retirara la propuesta de aprobación de las bases en el último consejo del organismo autónomo. El resultado tras tres horas de reunión de ayer, unas bases a la carta de los diseñadores, cuyo borrador se les remitirá en las próximas horas antes de someterlo al consejo rector.

Al final, Cabello retiró su propuesta de fijar para cada traje un peso máximo de 700 kilos por metro cuadrado que originó la polémica. Ayer presentó el estudio de un ingeniero que defendía un límite de 800. Pero se topó con el rechazo tajante de los diseñadores y el concejal buscó el consenso sin renunciar a la seguridad. Los diseñadores se decantaron por la propuesta menos mala: cada traje pasará una inspección técnica nada más comenzar su elaboración. Las otras alternativas, pesar cada fantasía en la báscula de la Autoridad Portuaria –como ocurrió en junio con el traje de Sedomir Rodríguez de la Sierra que abrió la necesidad de limitar el peso máximo– o usar una manta de pesaje.

El propio concejal de Fiestas propuso retirar el peso máximo que motivó la indignación de los creadores con la condición de que los propios diseñadores asumieran la responsabilidad en caso de que se volviera a repetir la experiencia vivida en el ensayo general de la gala de junio, cuando el traje de Sedomir Rodríguez de la Sierra se clavó en la pasarela junto al giratorio. «De haber ocurrido en el espectáculo tendríamos que haber suspendido la gala», aseguró Alfonso Cabello. «¿Volvería a dejar subir al escenario una fantasía de 1.200 kilos? No me trancan más». Cabello tampoco quiso hacer sangre con otro punto objeto de discusión, las características técnicas de las ruedas, que dejó a criterio de los diseñadores siempre que garanticen la seguridad.

A priori se esperaba un duelo dialéctico entre el concejal de Fiestas y el presidente de la Asociación de Diseñadores, y el momento más agrio lo protagonizaron el diseñador Juan Carlos Armas –director de la gala desde 2012 a 2015– y quien le sucedió en la torre de control hasta la fecha, Enrique Camacho. El primero recriminó a su sucesor que haga oídos sordos a las demandas de los diseñadores. «El momento cuando sale la reina al escenario es magia para que tú pinches las voces encima de la música y pasa porque vas de sobrado», le afeó quien también dirigió la gala inaugural de la Feria Tricontinental días atrás. Camacho intentó salir del entuerto como pudo: «Las faltas de respeto no han sido por mi parte», después de ver cómo los diseñadores le imponen cómo será el desfile en febrero.

En una nota de color quedó la respuesta que dio el gerente de Fiestas a los diseñadores, sorprendidos porque se prohíba el uso de animales, como si alguien se lo hubiese planteado. Guillermo Martínez dijo: está recogido en las bases de las murgas –por la experiencia de cuando Diablos sacó un burro en 1996– y porque también lo incorporan las bases de la gala de Las Palmas de Gran Canaria.

Creadores como Antonio Santos cuestionaron la calidad de la madera del escenario de junio, que en su opinión estaba podrida. Más conciliador con la organización fue Daniel Pages, que apostó por hacer cumplir las bases hasta el extremo, entrando en conflicto con Santi Castro, que pedía ser más condescendiente; hasta el punto que Pages renunció a seguir de vocal de la asociación.

Al cierre de la reunión, el gerente intentó sembrar paz para dejar atrás la tensión de la reunión. Tras admitir sus diferencias con Enrique Camacho, aseguró que «su trabajo va enfocado a poner en valor el esfuerzo realizado por los diseñadores para que tomen más protagonismo», a lo que Santi Castro respondió: «Del Carnaval no se come. Nosotros vamos a muerte entre nosotros los tres minutos y medio que dura el desfile, pero de resto todos queremos ser el mejor Carnaval del mundo».

Humberto Gonar eldia.es

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