A 20 días de que el carnaval de Las Palmas de Gran Canaria se despliegue por la ciudad el ruido ya se hace ostensible. No es el de la percusión murguera abriendo fuego desde un popular pasacalle. Tampoco el de los fuegos artificiales que iluminan la bahía cuando se desvela el veredicto que corona la reina. Es el de la maquinaria pesada que, a modo de anticipo, trabaja en la parcela del Puerto destinada a albergar la fiesta en su edición de 2024 y que se ha convertido en vecinos molestos para los residentes de la Junta de Obras.

Distintos vecinos de esta popular zona de La Isleta se han dirigido en los últimos días a la redacción de CANARIAS7 para trasladar sus quejas. Estas vienen acompañadas de datos y vídeos que muestran el complejo momento en el que se encuentran estos días. También, como ha pasado desde que se supo que el carnaval invadía el Puerto por los problemas que las obras de la MetroGuagua plantean en Santa Catalina, todos prefieren guardar el anonimato. La Isleta es cuna de carnaval, nadie quiere problemas con los que patrimonializan la fiesta con forma de sentimiento.

La principal queja es el desembarco de maquinaria de obra que ha tomado esa franja del istmo y que lo ha hecho con métodos ensordecedores. «Hay entre unas 10 o 15 máquinas trabajando permanentemente desde las 07.00 de la mañana y es auténticamente insufrible», dice una vecina.

Y es que ese es uno de los problemas que más repiten en sus protestas. Lo temprano que arrancan los trabajos. Cuando la ciudad todavía no se ha decidido a destaparse ya están las perforadoras resonando en el eco del Puerto, haciendo espacio al gran escenario que, diseñado por Alberto Trujillo, servirá de centro neurálgico de la Fiesta de Interés Turístico Internacional.

Los vecinos lamentan el ruido que se está produciendo en el barrio. Que, además, se ha ido haciendo cada día en jornadas más largas porque el tiempo aprieta y una vez pasada la Navidad el carnaval va tocando a la puerta. «Antes era desde las 07.00 hasta las 17.00 horas. Ahora se quedan cada día más tiempo y se están yendo sobre las 19.30 horas. Prácticamente todo el día escuchando los ruidos que se producen en los trabajos», explican.

Pero no es solo el ruido el problema que quieren destacar los vecinos de la Junta de Obras. «Están surgiendo muchos inconvenientes, además del ruido, por ejemplo se están produciendo durante todo el día vibraciones en los edificios. Y eso evidentemente nos asusta», expone una vecina que relata como cada mañana su hija de tres años se acerca asustada a preguntarle qué pasa por la intensidad de los sonidos que se despliegan por la obra desde primera hora.

Los vecinos han mantenido distintas conversaciones comunitarias en las últimas semanas y han consultado a abogados la posibilidad de emprender acciones legales al respecto. «Nos han dicho que no merece la pena. Que, evidentemente, cuando salga una sentencia ya habrá pasado hasta el carnaval por lo que no nos merece la pena el esfuerzo», indican residentes en la Junta de Obras del Puerto.

Además de la resignación por el escándalo previo al que traerá al barrio la propia fiesta, desde ese rincón de La Isleta se sienten sitiados. Siempre víctimas del estrecho espacio en el que viven en la ciudad. «Se entiende que el derecho al descanso prevalece frente al derecho a la fiesta y más si está se hace a contrarreloj. Asimismo resaltar que somos una barrio humilde, castigado con la salida de la zona industrial de El Sebadal , del puerto, del Canarias 50 y, por si fuera poco, ahora también con carnavales concentrados alrededor de esta urbanización», escribió una vecina a un correo remitido a esta redacción.

Y es que uno de los problemas con los que se encuentra el acondicionamiento del espacio es el escaso margen con el que se están llevando a cabo los trabajos. Tras la confirmación de que Santa Catalina era espacio vetado para las fiestas, también por obras, el Ayuntamiento fue descartando opciones hasta anunciar que las antiguas naves de la BP en el entrada al Puerto serían la sede central de la fiesta.

Hasta la penúltima semana de diciembre no entraron las contratas a trabajar sobre un suelo que previamente había desmontado la Autoridad Portuaria. Eso hace que ahora se trabaje a ritmo de urgencia y con una gran cantidad de horas concentradas a lo largo del día. Casi un centenar de trabajadores se desempeñan en la zona cada jornada intentando imponer un ritmo que permita que todo este a punto antes del comienzo de la fiesta central de la ciudad.

Se trata de habilitar un recinto de casi 15.000 metros cuadrados en el que se espera, en su día más potente, concentrar un aforo de unos 9.000 espectadores. Todo ello tratando de conciliar la operativa del carnaval con la siempre compleja salida del Puerto, justo situada frente al lugar en el que levantará el escenario.

Además, para tratar de no complicar más las cosas en la ya de por sí conflictiva rotonda de Belén María, uno de los puntos más oscuros del tráfico en la ciudad, hay que abrir nuevos accesos al recinto carnavalero desde la calle Juan Domínguez Pérez, la que oficia de puerta de entrada al polígono industrial de El Sebadal.

Mientras la fiesta se prepara para su punto de partida en apenas 20 días, La Isleta desconfía de cómo podrá ser el finalmente el encaje de la vida del barrio con la expansión carnavalera en sus calles. Además del principal recinto, la plaza de los Patos o la de Manuel Becerra será también escenario de concentraciones ciudadanas en las noches de baile.

Esta situación condiciona también la movilidad en la zona porque desplazará la estación central de Guaguas Municipales que opera desde Manuel Becerra y que mueve unidades tan referenciales en el transporte de pasajeros por la ciudad como las líneas 1, 2, 12 o 33. Pero por lo pronto los vecinos se conformarían con menos ruidos.

David Ojeda Canarias7 - Noticias de última hora en Canarias

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