La suspensión del Carnaval 2021 ha sido una decisión tan dolorosa como responsable. Lo primero, sabedores de lo que significa esta celebración popular para el común de la ciudadanía santacrucera; para el alma chicharrera. Lo segundo, conscientes de que a día de hoy no existen condiciones para continuar su compleja organización, a solo cuatro meses de la fiesta, igual que para su desarrollo efectivo en las calles de la ciudad.

La pandemia del coronavirus remonta el vuelo, con una segunda ola que obliga a recrudecer las cautelas, y nadie se atreve a precisar cuándo dispondremos de la ansiada vacuna que ayude a disfrutar de una verdadera desescalada. En este estado de cosas, resulta imposible imaginarse la próxima celebración de una cita que basa su éxito en la explosión popular en la calle. Y sin esa esencia, no hay Carnaval posible.

Antes del anuncio oficial de la suspensión, quisimos valorar la decisión con una amplia representación de las agrupaciones y los diseñadores del Carnaval. Qué menos, teniendo en cuenta su carácter motor para la organización y desarrollo de nuestra fiesta más internacional. Un amplísimo colectivo de hombres y mujeres de la ciudad, cifrado en más de 5.000 personas, que conforman el mayor movimiento asociativo de Santa Cruz. Su opinión fue prácticamente unánime, en el sentido de pasar la hoja del calendario y emplazarnos para la cita de 2022.

De la misma manera se ha pronunciado una amplia mayoría de la opinión pública, una vez dada a conocer la decisión municipal. Por más que todos nos reconozcamos muy noveleros a la hora de rendirnos ante nuestra Carnaval, que no solo es el mejor –inigualable– sino también el más seguro de cuantos se celebran en el mundo. Y esta última máxima, la que tiene que ver con la certidumbre, no es posible garantizarla en febrero próximo.

Sabemos, por otro lado, que la suspensión acarrea consecuencias económicas. Basta con recordar que el Carnaval puede mover, en una sola edición, más de 30 millones de euros. De ahí que hayamos adquirido el compromiso de trabajar en el diseño de actividades de dinamización socioeconómica, alrededor del eje carnavalero, cuya realización sea posible desde el instante en que sean otras las condiciones sanitarias. Con apoyo de las agrupaciones y plenas garantías para la seguridad de todos.

Por ejemplo, ¿quién nos impide tematizar un Plenilunio –o más de uno– con formas y hábitos propios de nuestra fiesta más genuina? Sin la amenaza de la COVID-19, lo tendremos todo para desquitarnos, celebrar la vuelta a la normalidad y contribuir a la reconstrucción económica pospandemia. Como un elemento sobresaliente entre los que queremos impulsar, junto a todos los agentes sociales, económicos y políticos, en la Mesa por la Recuperación que acaba de crear el alcalde de la ciudad.

No obstante, como también anunciamos, vamos aprovechar las fechas en las que tocaría celebrar este próximo Carnaval para realizar una acción divulgativa. Conocedores de la extraordinaria proyección nacional e internacional que tiene esta festividad, queremos recordarle al mundo su enorme vitalidad, propia del pueblo chicharrero, emplazándole a que vengan a acompañarnos en la siguiente.

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