El Coso del Carnaval regresó este lunes a Arrecife con todo su esplendor tras unos años complicados como consecuencia de la pandemia del coronavirus.

Desde tempranas horas de la tarde, el ambiente festivo se respiraba en las calles de Arrecife, con miles de personas ataviadas con sus mejores disfraces. Los preparativos para el desfile comenzaron varias horas antes, con la organización de las comparsas, murgas, batucadas, parrandas y murgas infantiles. También las carrozas, que habían sido diseñadas y decoradas con todo lujo de detalles, estaban listas para desfilar por las calles de la ciudad.

Finalmente, a las 18:20 horas aproximadamente, arrancó el espectáculo con la Parranda Marinera de Los Buches, repartiendo buchazos a diestro y siniestro a modo de celebración del 60º aniversario de su fundación, motivo por el cual el Ayuntamiento de Arrecife ha demandado del Gobierno autonómico la concesión de la Medalla de Oro de Canarias en reconocimiento a su larga trayectoria. Tras ellos llegaron los grupos del carnaval, comenzando por las murgas y continuando por las batucadas, así como los Diabletes de Teguise.

Pero sin duda, uno de los momentos más esperados de la tarde llegaba con la aparición de las carrozas, que desfilaban majestuosas por el recorrido del desfile, engalanadas con todo tipo de adornos que eran aclamadas por el público a su paso; cada una de ellas representando diferentes temáticas, desde la fantasía hasta el humor.

Además de las carrozas, los grupos de murgas infantiles también merecían una mención especial, por su simpatía y sus letras cargadas de inocencia y humor. Los niños y niñas de Intoxicaditos, Noveleros y Chau-Chau, ataviados con sus disfraces más divertidos, hacían las delicias del público con sus coreografías y sus canciones, que arrancaban sonrisas y carcajadas por igual.

La tarde transcurría entre música, bailes y risas, mientras las calles se iban llenando de más y más personas que no querían perderse ni un solo detalle del espectáculo. Algunos habían venido de fuera, para disfrutar de una de las fiestas más emblemáticas de Canarias, y otros eran vecinos de la ciudad que se dejaban llevar por el ambiente festivo que inundaba cada rincón.

A medida que se acercaba el final del desfile, el ambiente festivo se hacía más intenso. Los grupos del carnaval intensificaban sus bailes y canciones, y la multitud se entregaba a la fiesta con una alegría contagiosa. Finalmente, la Cabalgata llegaba a su fin en el recinto ferial con la multitud aplaudiendo emocionada.

La Provincia - Diario de Las Palmas

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