La presentación del cartel ganador del Carnaval de 2026 debería haber sido una celebración. Sin embargo, la sospecha de que la obra hubiera sido generada mediante inteligencia artificial desató inmediatamente una tormenta en redes sociales, donde surgieron comentarios como: “¿Y artistas no había?” o “Enhorabuena al… ¿diseñador?”.
La controversia revela una grieta en el sector creativo, donde la tecnología avanza más rápido que su regulación. Aunque las bases del certamen no prohibían explícitamente el uso de IA –solo exigían que el trabajo fuera “original e inédito”–, el caso ha destapado un debate profundo sobre la autoría, la ética y el valor del trabajo humano en la era digital.
¿Herramienta o suplantación?
Para Antonio Cerpa, dibujante de cómic, la inteligencia artificial representa un avance positivo. “Puede ayudar al hombre en muchísimos aspectos. Lo que no podemos es sustituirla por el limitadísimo cerebro humano”, afirma, comparando el recelo actual con el que generaron los primeros ordenadores hace décadas.
Sin embargo, otros profesionales exigen mayor transparencia. Sergio Sánchez, especialista en diseño estratégico, aboga por que “debería implementarse la obligatoriedad de indicar si la obra ha sido realizada, o no, con IA”. Según su perspectiva, la verdadera autoría recae en el “prompt” –las instrucciones textuales–, pero no en la obra visual resultante, cuya génesis exacta se desconoce.
La diseñadora Estrella Rodríguez expresa una preocupación más tangible: el riesgo de devaluación profesional. “No es justo que se compare algo que lleva mucho tiempo detrás con algo hecho a partir de un texto”, sostiene, defendiendo que el arte humano posee un valor intrínseco que no debe equipararse al de una creación automatizada.
El verdadero apoyo al talento local en entredicho
El concurso del cartel se promocionó como un escaparate para el talento canario, pero esta premisa ha sido cuestionada desde dentro del sector. Sergio Sánchez lo expone sin ambages: “Fomentar el talento canario no se puede hacer desde la petición de un desarrollo profesional sin remuneración”.
Ilustradoras como Sara Sánchez (@sickyll) coinciden y subrayan que el apoyo real al arte local pasa por acciones más directas: visitar ferias como los ‘artist alley’ o adquirir directamente las creaciones. “Sin lo que nos compran no podemos salir adelante y no podemos dedicarnos a ello”, recalca.
El modelo de concurso, en la picota
La polémica ha reavivado la crítica contra los concursos de diseño. Sánchez los califica de “temeridad para la integridad de la profesión” y los compara con pedir a varios restaurantes que sirvan comida y que solo se pague al que mejor cocine.
Como alternativa, asociaciones como la Red Española de Asociaciones de Diseño (READ) promueven la “llamada a proyecto”, un modelo que evita el trabajo no remunerado, reconoce el proceso creativo y garantiza transparencia en las bases y la evaluación.
Un futuro por definir
Mientras estudios de prestigiosas universidades alertan de que la automatización ya está reduciendo contrataciones en el sector creativo, especialmente entre los jóvenes, el manifiesto presentado por READ y el colectivo Buenas Prácticas busca establecer unas bases éticas para una convivencia responsable.
En un momento crucial, con Las Palmas de Gran Canaria aspirando a ser Capital Europea de la Cultura en 2031, la lección del cartel de 2026 es clara: la inteligencia artificial ha llegado para quedarse, pero corresponde a la sociedad decidir cómo integrarla sin erosionar el valor de la creación humana. Como sentencia Sergio Sánchez: “En tiempos de inteligencias artificiales, elijo seguir viviendo con, de y para las emociones humanas”.
Ariadna Ruiz Trujillo