Con Israel Espino, el maestro de la Unión Artística El Cabo desde hace más de nueve años, cabe el más difícil todavía. El reinventar un género y acercarlo a la calle, desde el respeto y el peso de la música en este apostolado de la rondalla, que no se resigna a ser el género genuino del Carnaval sino también reivindica su protagonismo, como el que acaparó hasta los años ochenta, con el boom de las comparsas fundadas en 1965 por Manolo Monzón. Precisamente anoche estuvo representado el ritmo caribeño por Los Cariocas, en la obertura.

Con la justificación del 80 aniversario, Israel Espino, con la complicidad de todos los miembros de la formación, tuvo la osadía de invitar a sacar de la zona de confort a quienes están más acostumbrados a pintarse la cara de payaso o a personajes de la fiesta carismáticos que han hecho grande el Carnaval.

La vela fue una fantasía, y no solo por la actuación del coro de voces blancas de Santa Cruz de Tenerife que recreó una de las bandas sonoras de la factoría Disney de forma exquisita, en un mano a mano con la rondalla.

Como si de una Cabalgata se tratara, sobre las tablas del Guimerá desfilaron desde Primi Rodríguez, director de Bambones, que cambió ‘Mi vida es ser un bambón’, por ‘Máscara de Carnaval’, con la intervención de Eliseo Rodríguez de la Rosa en el papel de solista que ejecuta el autor del tema, Caco Senante.

Reinó el buen rollo y la complicidad, precisamente en la edición que José Antonio González ‘El Flaco’, director y fundador de Singuangos y Valbanera, se estrena al frente de la rondalla Peña del Lunes, en lo que supone un regreso a sus orígenes, pues sus primeros pasos en el Carnaval fue de la mano de Tronco Verde.

Para exquisiteces de la velada, la participación de Raquel García, directora musical de Clónicas, letrista de murgas y desde la noche del viernes directora de rondalla. Garbo, elegancia, solvencia, planta, personalidad… Lo mismo escribe con éxito una canción para optar al ‘Criticón’ que resuelve con éxito el ‘Funiculi’ y en tiempo récord, pues bastaron dos horas para evidenciar la raza. Hay quien aprende, otros nunca, y Raquel se limitó a sacar la pasión que la distingue y lleva dentro.

Ver a Marcelo Santana ‘El Gallo’, pertrechado de gorro y cuatro, es todo un lujo y trae a la memoria los mejores episodios que conquistó para el Carnaval con Caña Dulce; con El Cabo hizo de las cuerdas su batuta al ritmo de ‘Alma llanera’.

En el colmo de la comicidad y buscando complicidad con otros géneros, como la Canción de la Risa, entraron a escena Los Lejías, para poner letra a uno de los clásicos de la lírica que interpretó el pulso y púa, bajo la dirección del genio toscalero Ángel Luis Falcón, con un coro cómplice que se prestó al juego.

Hasta el maestro de ceremonias, Zenaido Hernández –voz del Carnaval–, tuvo su momento de gloria para evidenciar su magisterio como rondallero en el pasado, además de su componente murguero en Singuangos. En el reparto, un convidado de tinta, quien suscribe estas líneas, que afrontó el cambio de la pantalla de ordenador por un coro y una orquesta de pulso y púa que demostraron lo fácil que es hablar del trabajo ajeno.

Ya en mayúsculas, los ‘Víctor Pablo Pérez’ del Carnaval: desde el mismísimo padre del ‘Santa Cruz en Carnaval’, Agustín Ramos; a Salvador Rojas, de La Zarzuela, o Juan Ramón Vinagre, el director de rondallas con más primeros de Interpretación en su paso por el Orfeón La Paz.

Completaron el reparto de solistas tres voces excepcionales: Besay Pérez y Javier Hernández –referentes de El Cabo–, y el regreso a casa para este concierto del ‘hijo pródigo’ que hoy es concejal de Fiestas en La Laguna, Badel Albelo, los ‘tres tenores’ (permítase la licencia) de El Cabo que hicieron las delicias del público.

Junto al alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, que felicitó a la rondalla por su 80 aniversario y esta iniciativa, la concejala de Cultura, Gladis de León, y hasta un exalcalde de La Laguna y padre de Los Sabandeños, Elfidio Alonso, desde el sentido de pertenencia porque algunos de los componentes de El Cabo participan en su formación. No solo fue un concierto extraordinario y único, sino una oportunidad para sacar pecho por la grandeza de la familia del Carnaval.

Humberto Gonar eldia.es

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