El Carnaval de Maspalomas enfrenta serias críticas, especialmente desde la perspectiva de los carroceros. Un representante de un grupo de presión ha afirmado que, sin las carrozas, las cabalgatas no tendrían razón de ser. Esta declaración resuena en la capital política de la isla, donde la controversia sobre una ecotasa de 145 euros ha generado un intenso debate. Este impuesto es rechazado por algunos sectores que consideran que su implementación es desproporcionada.

Uno de los puntos más polémicos es la censura de ciertos diseños de carrozas por parte del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, que argumenta que algunos de estos diseños infringen las normas de protección de la imagen de menores. Estas carrozas, que son visibles durante el recorrido en Playa del Inglés, son vistas por numerosos turistas, lo que hace que su contenido sea aún más sensible.

Los comentarios en medios locales, como Canarias7, reflejan la indignación del público. Muchos consideran que las carrozas están diseñadas de manera monótona, replicando temáticas del Carnaval de Las Palmas, lo que les otorga un carácter más comercial que festivo, en detrimento de la promoción turística auténtica.

En el contexto de esta disputa, se han identificado dos grupos de presión en Las Palmas con intereses en el sur de la isla: la Asociación Recreativa de Carrozas Islas Canarias, que carece de registro legal, y la Asociación de Carroceros Telcarroza, que no ha realizado cambios en su junta directiva desde 2015. La cabalgata de Maspalomas, que en sus inicios era un evento impulsado por trabajadores del turismo y residentes locales, ha evolucionado hacia un negocio que beneficia a entidades de Las Palmas y Tenerife.

Recientemente, uno de estos grupos de presión solicitó una reunión con el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, como si su influencia política fuera comparable a la de un partido electoral. La rentabilidad de las carrozas del Carnaval de Las Palmas depende en gran medida de su capacidad para vender paquetes a funcionarios y otros interesados, muchos de los cuales son invitados por empresas privadas que patrocinan estos eventos.

Adicionalmente, el uso de camiones para las carrozas ha suscitado preocupaciones medioambientales. Estos vehículos, que emiten contaminantes, contradicen la imagen de sostenibilidad que el sur de Gran Canaria intenta proyectar. La falta de control tributario sobre los servicios que ofrecen estos camiones ha sido otro punto de crítica. A pesar de la implementación de una ecotasa de 145 euros, el costo que pagan los asistentes a las plataformas parece ser significativamente menor, planteando interrogantes sobre la efectividad de dicha medida.

En resumen, la situación del Carnaval en Maspalomas es un reflejo de tensiones más amplias entre intereses económicos, la protección del medio ambiente y la promoción de una cultura festiva que se adapte a las expectativas de la comunidad local y de los visitantes. La controversia sobre las carrozas y la ecotasa continuará siendo un tema candente en los próximos meses.

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