Las tradiciones populares se cuelan entre la programación del Culture Pride. Y es que no se concibe un evento de estas características en Tenerife en el que no se mencione a una de sus fiestas con más renombre internacional. El Carnaval, desde su enfoque más pagano, se puso sobre la mesa junto a la Semana Santa y su fervor. Por ello, no podría haber mejor moderadora para esta mesa de debate que Samantha Hudson, dado sus mediáticos encontronazos con la Iglesia.

Hudson estuvo acompañada por los cineastas Jesús Pascual y Antonio Bonilla, responsables del documental Dolores Guapa, en el que cuentan la historia de más de veinte perfiles de personas LGTBI vinculadas a la Semana Santa de Sevilla. Para la parte carnavalera de la mesa, estuvieron presentes el concejal de fiestas Javier Caraballero (quien recibió una peculiar presentación con su apellido, recordando a su predecesor en el cargo, Cabello), y la querida Marcela Rodríguez.

La gracia y desparpajo de Marcela no se hicieron esperar. Ella reivindicó su felicidad desde su identidad como mujer trans, pero también mencionó el dolor de la indiferencia que llegó a sufrir por otras personas del colectivo LGTBI cuando le negaban el saludo por la calle. Caraballero recordó que el Carnaval es una fiesta que te permite explorar y ser quien quieras ser y destacó el caso de Laura La lecherita, quien podía vivir como ella quería de forma pública, al menos unos días al año.

Pascual y Bonilla acercaron a la mesa la mayor presencia de la expresión de género antes que el deseo o la atracción que ellos perciben en Andalucía. «No hay nada más travesti que la Virgen del Rocío», apuntaban, ya que algunas funciones están reservadas para hombres homosexuales o mujeres, como el vestir a las vírgenes. Reclamaron también la Semana Santa como una tradición popular, llegando incluso a organizarse a espaldas de los representantes religiosos. Marcela se mostró contundente en su discurso, sacando a colación los casos de abusos sexuales a menores perpetrados durante años por la Iglesia católica y expresó su enfado por la manipulación de las palabras de la Biblia para cometer algunos actos delictivos.

Las fiestas populares son espacios para la resistencia, en las que se incorporan las identidades de los márgenes en momentos de unidad y colectivización. Samantha compartió su reflexión sobre el poder del disfraz en el arte del transformismo, «exagerando los márgenes, dejas en evidencia a la norma». Caraballero fue claro, «no podría existir el Carnaval de Tenerife sin las personas LGTBI».

Humberto Gonar eldia.es

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