Argelio Bermúdez (Santa Cruz de Tenerife, 15 de mayo de 1955) no solo es sinónimo de Carnaval sino que, parafraseando el título de la película, nació para ser rondallero.

Desde pequeño, la pasión por la fiesta de la máscara la heredó y se la inculcó su padre, Manuel Bermúdez, quien fue uno de los principales impulsores de la murga adulta Los Toscaleños –que salió unos cinco años–, que tomó nombre de su barrio de origen, El Toscal. En la memoria de los mayores del lugar está el famoso King Kong o el tanque de tamaño real que elaboró su padre, conocido popularmente como El Charanga, un forjador reconocido que sumaba su faceta musical, como componente de Trío Teide, para el que compuso canciones como Lagunerita u otra dedicada a Alicia Navarro, Miss Europa.

También hace partícipe de su amor por las rondallas a su abuelo materno, Argelio Hernández, que aunque de carácter serio, era seguidor de un género que no era extraño en su familia; de hecho, un día le contó a su nieto que su hermano Eliseo Hernández, que disfrutaba de buena situación económica, adquirió para la antigua Juventud Republicana, de donde salió a la postre la Masa Coral, todos los instrumentos.

Vecino de la calle San Miguel –estudió en el Onésimo Redondo y en el Fray Albino–, Argelio Bermúdez es nacido, criado y ensolerado en El Toscal, junto a cinco hermanos, entre ellos José Juan y Manuel, que le acompañarán en su aventura lírica.

De Los Toscaleños a La Zarzuela
Tras su paso por la murga Los Toscaleños, Argelio se incorpora a La Zarzuela, bajo la dirección de Francisco Verano, una agrupación con sede en el Círculo de Amistad pero que nada tenía que ver con la que le años después fundara el maestro Salvador Rojas.

En La Zarzuela en la que militó Argelio Bermúdez se realizaban representaciones de obras que se interpretaban con doña Lola al piano y en la que participaron, entre otros carnavaleros conocidos, los hermanos Gilberto, Antonio y Rafael González Pérez, hijo de Gilberto –uno de los mejores bajo de coro, según apunta Argelio– y su esposa, Mamá Lala, que además de ser la fundadora de Paralelepípedos y luego Triqui-Traques, era una actriz de carácter que también representó papeles cómicos.

El contacto con la familia González Pérez le abrió las puertas para volver a las murgas, esta vez con Triqui-Traques, en la época en la que ensayaban en el torreón del Círculo de Amistad XII de Enero y que combinó con su participación en la rondalla Tronco Verde, también de El Recreo, en la que recaló después de que languideciera La antigua Zarzuela, actividad además que simultaneó con la Coral de Cámara de la ATAO –del que formó parte durante unos quince años–. Argelio Bermúdez precisa que fue el primer solista en la historia de las murgas, al recordar su participación con Triqui-Traques en una canción dedicada a José Miguel Galván Bello, presidente del Cabildo, con la que la murga gano el primer premio ese año.

En la Coral de Cámara conoció al maestro Jesús Álvaro Fariña Adán. Tras militar un año en Tronco Verde al siguiente continuó en la rondalla que se presentó bajo el nombre de Círculo de Amistad XII de Enero, dirigida por Jesús Fariña y en las cuerdas, Aníbal Pérez.

De esa formación, a la Masa Coral, José Manuel Cabrera, de quien Argelio recuerda que era una persona entrañable, y luego a El Cabo, donde conoció a Manolo Bello, el solista que más primeros premios acumuló, un total de doce. Era la época en la que la voz cantante, nunca mejor dicho, la llevaba el propio Bello, Rainiero Febles, Antonio Rodríguez y Santiago Reyes.

De la mano de Jaime Marrero, un amigo y al que casi considera en hermano, con quien ya había militado en Tronco Verde –uno de los tenores segunda mejores de Canarias, apostilla Argelio–, conoce al maestro Faustino Torres, una cita que se establece en su casa, cerca de donde está hoy la farmacia de El Cabo. Con un constipado que le afectaba a la voz, Faustino invitó a pasar a su dormitorio a Argelio y le pidió que se sentara sobre su cama, de tipo colonial, y echó mano de la guitarra para probarle la voz. Este latonero de El Cabo, de gran reputación también musical, era capaz de sacar música del guitarrón, el laúd… «Canté la isa Esta noche no alumbra, o algo así, y quedamos emplazados a que cuando comenzaras los ensayos de El Cabo me avisaría».

Por entonces, Argelio trabajaba en una carpintería de la calle San Miguel y una semana después, cuando ya ni se acordaba de la prueba de voz, vio aparecer al mismísimo Faustino Torres, quien le recriminó que el día anterior había comenzado los ensayos y no había acudido. Argelio se disculpó porque no tenía conocimiento y hasta reconoció que dado el mal estado de su voz lo había descartado, conversación que Faustino sentenció con un lacónico: «Mi hijo, si estabas malo, ¿qué le íbamos a hacer?».

Esa misma tarde acudió al local de El Cabo, que estaba en el colegio del nombre del mismo nombre, y Faustino le comentó que había pensado en él para que interpretara La jota de la linda tapada. «Gracias a que siempre he tenido una gran retentiva, cuando comenzó el ensayo de la rondalla la canté, y yo no sabía hasta entonces ni que existía. Cuando acabé, el maestro dijo a la agrupación: esto es un solista». «Faustino, incluso estando ya enfermo, me pidió que no dejara la rondalla, y yo se lo prometí», recuerda. Y así ocurrió tras su fallecimiento, en 1977. En la edición anterior, 1976, Argelio Bermúdez interpretó «Himno a la mujer canaria», con la que cosechó su primer premio de solista.

Precisamente en 1976 participó en el programa Gente Joven, al que lo inscribieron sus hermanos sin contar con él. En las eliminatorias quedó en primer puesto y ya en la gran final ocupó en segundo lugar, en el apartado de la lírica.

Nacimiento de Gran Tinerfe
Junto a un grupo de miembros del Coro de la ATAO, que estuvieron en Tronco Verde, se proponen crear una formación similar a La Zarzuela en la que antes habían participado, con pulso y púa pero ajeno al concurso. Coincidió que Argelio Bermúdez estaba de viaje en Venezuela y, cuando fue a inscribir a la novel formación a la Comisión de Fiestas, le comentó que no los admitían porque no era una rondalla, y además ese año –el 5 o 6 de 1982, antes del Carnaval 1982– solo se habían inscripto dos formaciones líricas –Masa Coral y Orfeón La Paz–, por lo que o aceptaban concursar o no podrían salir y el certamen se habría suspendido. De ahí que aceptaran entrar en el certamen: en su estreno, Argelio Bermúdez ganó el primero de Solistas y Gran Tinerfe obtuvo el 2 de Interpretación. «Fuimos a buscar a Aníbal Pérez, que aceptó ser director de cuerdas, y nos animó a hacer partícipe al maestro Jesús Fariña. Hasta entonces, de forma puntual habían participado las mujeres en el coro, en el caso de la Masa Coral o de la rondalla San Sebastián, pero desde su nacimiento Gran Tinerfe siempre mantuvo estable esta configuración». «Al maestro Fariña cada ensayo le costaba un disgusto», comenta con humor Argelio Bermúdez, quien destaca la evolución de las voces femeninas, que eran esposas y parejas de los componentes y que acabaron formando un coro que se codeó en los premios con el todopoderoso Orfeón La Paz.

Argelio Bermúdez continúa en Gran Tinerfe hasta 2006, cuando decidió tomarse un descanso tanto de la presidencia –de la que estuvo al frente durante 21 años– como de solista, además de querer descansar del género lírico del que llegó a ser representante en el Organismo Autónomo de Fiestas.

Argelio sumó 21 premios como solistas, de ellos siete primeros y nueve segundos, y recuerda con emoción y respeto cómo en 1999 se dio la paradoja de alzarse con el máximo galardón, por delante de Jorge de León, hoy uno de los mejores solistas del mundo, precisa.

Desde 2006 a 2014 fue un paréntesis de inactividad en el Carnaval, hasta que recibió la llamada de José Alayón, director de la agrupación Caña Dulce, con la que participó dos años, experiencia que recuerda con cariño.

En el duelo de Manolo Bello, cuando El Cabo preparaba su 75 aniversario, el actual presidente Joe Socorro, y el director, Israel Espino, le hacen partícipe de la idea de reunir a los primeros premios de Solistas de la rondalla y el propio Israel Espino le brindó la posibilidad de interpretar la obra «Himno a la mujer canaria», el mismo tema con el que ganó el primer premio en 1976. Comenzó así una segunda etapa en El Cabo. «La rondalla que durante muchos años fue mi rival es hoy en la que milito y es una gente fantástica».

La actuación del 75 aniversario en el teatro Guimerá dio pie a otra actuación en el Casino, hasta que lo que era una colaboración puntual se convirtió en la pertenencia como un componente más. Y así hasta la fecha, donde continúa en activo el solista más laureado del Carnaval que también militó en mariachis, desde 1994.

La mayor satisfacción de Argelio Bermúdez, cantar y que su hijo lo acompañe con la flauta travesera –desde Navidad está en Sabandeños–, un sueño ya cumplido.

Humberto Gonar eldia.es

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