El conflicto entre Rudy Ruymán y las agrupaciones musicales por supuestas ofensas en sus letras derivó en un fracaso mediador, mientras se aviva el debate sobre los límites de la libertad de expresión en el Carnaval.
Despliegue institucional y ambiente militar
Mientras la ciudad se preparaba para el desfile del sábado con operativos de pintura y cerramiento de solares, el parque marítimo resonaba con marchas castrenses. En ese escenario, a las 10:00 horas comenzó la primera de las dos audiencias de conciliación entre el educador social e influencer Rudy Ruymán (Ricardo Ruymán Lorenzo Pérez) y sus detractores: la portavoz socialista Patricia Hernández —ausente pero representada por su abogada— y posteriormente la murga Mamelucos.
Primera vista: el enfrentamiento con la política
Ruymán, asistido solo por su hermano, exigió disculpas públicas y una indemnización de 15.000 euros por un tuit de Hernández donde lo tildaba de “racista” al solidarizarse con las murgas que él había denunciado. La defensa de la edil argumentó ejercicio legítimo de la libertad de expresión, negando cualquier afán difamatorio. El intento de mediación judicial fracasó, con el influencer lamentando “daño moral y profesional”.
Segunda vista: el duelo con Mamelucos
En la siguiente audiencia, la murga —representada por su presidente y director, pero sin personalidad jurídica según su abogada— rechazó retractarse. Ruymán exigió 50.000 euros, disculpas en medios y en la final del Carnaval 2026, alegando que las letras lo difamaron como “promotor del odio”. La defensa de Mamelucos rebatió: “Las murgas critican la realidad con sátira, sin ánimo de ofender”. El fedatario judicial clausuró la vista sin acuerdo, dejando a Ruymán la opción de llevar el caso a la vía civil o penal.
Trasfondo: ¿Dónde está el límite?
El conflicto reabre la discusión sobre la sátira carnavalera y el derecho al honor. Mientras Ruymán insiste en que se vulneró su reputación, las murgas defienden su tradición crítica. El caso podría sentar un precedente para futuras controversias artísticas.
En paralelo, sigue sin localizarse a los integrantes de Trapaseros, la otra agrupación denunciada por el influencer.