Después de la intensidad de una presentación, toca recargar pilas. Ese parece ser el lema no escrito de la agrupación musical Nobleza Canaria, que, tras su actuación del martes, cambió por un día los instrumentos por los cubiertos en un encuentro gastronómico que subraya la importancia de la familia dentro del grupo.

No todo es trabajo y ensayo en el mundo de la música. Conscientes de ello, los miembros de Nobleza Canaria dedicaron el pasado sábado a fortalecer los lazos que los unen más allá de las partituras. El escenario elegido fue una mesa, y el menú, todo un homenaje a la cocina canaria: unas “impresionantes papas, piñas y costillas” que fueron el centro de un encuentro distendido y lleno de complicidad.

Este tipo de iniciativas refleja una filosofía de grupo moderna, donde la diversión y la “sintonía” se consideran ingredientes esenciales para el funcionamiento óptimo del colectivo. “Creemos que todo no tiene que ser ensayar, también tiene que haber tiempo para la diversión y la sintonía con el grupo”, explicaba la agrupación en sus redes sociales, dejando clara la receta de su éxito: una mezcla equilibrada de disciplina artística y armonía personal.

El mensaje, que iba acompañado de la etiqueta “#somosungrupazo”, no dejaba lugar a dudas sobre el orgullo que sienten por la unión que los caracteriza. Esta confraternización alrededor de una mesa, disfrutando de productos típicos, no es solo un acto social, sino una forma de enraizar su identidad en la cultura que representan tanto en el escenario como fuera de él.

La estrategia está dando sus frutos. Nobleza Canaria no solo busca sonar bien, sino construir una “familia musical” sólida, donde cada acorde en el escenario esté respaldado por una relación genuina entre sus componentes. Y, a juzgar por el ambiente en este encuentro, van por el buen camino para conseguirlo.

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