“Ya era hora de que Los Diabletes de Teguise fueran reconocidos con una de las Medallas de Oro del Gobierno de Canarias”. El Cronista Oficial de Teguise, Francisco Hernández, y el presidente de la Asociación Cultural Los Diabletes de Teguise, Víctor Padrón, agradecen que «por fin» esta relevante manifestación del patrimonio cultural del Archipiélago obtenga el galardón que el colectivo recogerá el próximo 30 de mayo, Día de Canarias. “Nos alegramos mucho de que se hayan acordado de nosotros porque nos lo merecemos”, destacan.

Los Diabletes de Teguise son junto a Los Buches (Arrecife) y Los Carneros de Tigaday (El Hierro) “las tres representaciones más relevantes del Carnaval popular de Canarias”, resalta Hernández. Los Buches recibieron en 2023 la Medalla de Oro de Canarias y se echó en falta incluir en ese reconocimiento la distinción a Los Diabletes.

La historia de Los Diabletes de Teguise data de hace más de 600 años. Su origen, recuerda el cronista, “hay que buscarlo en las danzas competitivas, de rituales y festivas de los antiguos mahos (aborígenes de Lanzarote). Los lanzaroteños celebraban la recolección de las cosechas, fiesta en la que la danza era la principal manifestación. El macho cabrío era símbolo de la virilidad y fuerza para los mahos”.

Zonas como El Jable, Tahiche, el Malpaís y la Gran Aldea (el nombre antiguo de Teguise) eran los lugares donde se representaban estas danzas.

En el siglo XV con la llegada de los franciscanos a Lanzarote, que establecieron el primer oratorio de la Isla en Famara, se introdujeron cambios en lo relacionado con las danzas. Los franciscanos fueron ganando protagonismo en La Gran Aldea y con ellos sus aportaciones. La representación principal de la Fiesta del Corpus, añade Hernández, era la que escenificaba la lucha del bien y el mal, que hacía años que se hacía en Europa.

“Los franciscanos supieron aprovechar los fundamentos culturales de los danzantes y los aplicaron al culto cristiano. Así, el bien era su propio Dios y el mal lo representaron en los danzantes lanzaroteños”, precisa el cronista.

Influencias africanas
A mediados del siglo XVI llegan a Lanzarote desde África gran cantidad de esclavos moriscos y negros, mano de obra necesitada para trabajar en la agricultura y la ganadería, quienes trajeron consigo sus prácticas supersticiosas y enriquecieron el tejido cultural insular. Ello tuvo su influencia en las danzas, ya que junto a los danzantes de la Isla participaba el esclavo negro tocando el tambor.

En el siglo XVII la fiesta de Corpus logró su máximo esplendor y los danzantes recibieron el nombre de Diabletes, recuerda Hernández. Los Diabletes participaron en la fiesta del Corpus Christi hasta finales del siglo siguiente, cuando fueron prohibidos por la Iglesia, momento en el que pasaron a los carnavales al llevar máscara su indumentaria, explica el cronista. Cambiaron su vestido de piel de cabra por el de lino y muselina con rombos y puntos pintados de color rojo y negro.

Entre buey y macho cabrío
Cuando la población emigrante de Teguise llegó a América, la figura de Los Diabletes ya estaba allí porque los franciscanos la habían introducido en su expansión por las colonias. La careta de Los Diabletes, uno de sus elementos más representativos, en tierras americanas no tenía la forma de la cara de un macho cabrío, como en Teguise, sino de buey, detalla Hernández. Con el regreso de los isleños a Teguise, la parte central de la careta incorporó los rasgos del buey, menos la lengua y los cuernos, que son los del macho cabrío. Y así se conserva hasta nuestros días.

Caretas con cara de buey, cuernos de macho cabrío, cencerros, traje de rombos y un zurrón para golpear y asustar a los viandantes son los rasgos de su indumentaria
Al ser un elemento que encarnaba el mal en el Corpus Christi, la vestimenta incorporó las esquilas y los cencerros sobre dos correas para ahuyentar los malos espíritus cuando sonaban en el momento en el que Los Diabletes danzaban y luego echaban a correr detrás la población.

En una de sus manos llevan una especie de garrote del que cuelga un zurrón hecho de cuero de un baifo y relleno de papel o trapos. Lo usan para golpear (de forma suave) y asustar a los viandantes. Para evitar llevarse un buen zurronazo hay que echarse a correr. Los más pequeños llaman a Los Diabletes para que corran detrás de ellos al grito de ¡Elegua!

Las salidas de Los Diabletes se limitan en la actualidad a los carnavales. A los cosos de carrozas y mascaritas en Arrecife, Costa Teguise, Puerto del Carmen, Playa Blanca y al Carnaval Tradicional en las calles de la Villa de Teguise y en La Graciosa.

La labor de la asociación
Hace casi tres décadas que se creó la Asociación Cultural Los Diabletes de Teguise para potenciar esa importante tradición y evitar que la misma cayera en el olvido. “Antes salíamos cada uno por libre, los que tenían la ropa de Los Diabletes eran muchas veces reacios a prestarla y para que no desaparecieran del todo, nos pusimos en contacto con Francisco Delgado (es Cronista Oficial de Teguise desde 2011) y entre varios compañeros decidimos crear la asociación”. Víctor Padrón es su presidente desde hace unas dos décadas, pero aclara que “aunque yo figure como presidente en la directiva, todos nos echamos una mano y siempre hacemos lo mismo”. La Medalla de Oro, señala, “no es solo para Los Diabletes, sino para el pueblo de Teguise y Lanzarote”, resalta.

La asociación la integran unos quince residentes en el municipio de Teguise, todos mayores de edad. Tiene la sede en la calle Puerto y Villa de Garachico.

En la educación y el deporte
Durante la época de Carnaval, Los Diabletes también están presentes en los centros educativos del municipio de Teguise, donde escolares y docentes participan en la confección de las caretas y las vestimentas de esta importante manifestación cultural del Archipiélago con las enseñanzas de la asociación. Es una importante iniciativa para que Los Diabletes continúen presentes reconociendo su figura y dándole la importancia que tiene.

El Ayuntamiento de Teguise en colaboración con la Federación Cultural Virgen de las Nieves publicó en 2021 el cuaderno que recoge la historia y tradición de Los Diabletes, enmarcado dentro del Carnaval Tradicional de Teguise, celebrado ese año de forma virtual debido a la pandemia del coronavirus.

La propuesta didáctica ¡Elegua!, Conoce y diviértete con Zonzamas, el pequeño Diablete de Teguise y su amiga Ico, transmite a los más pequeños el símbolo del Carnaval Tradicional de Teguise. El texto del manual es de Teresa Perera y las ilustraciones son de la diseñadora Nela Hernández.

No solo en el ámbito educativo y festivo están Los Diabletes. También en el deportivo, dándole el nombre a una carrera solidaria. Cerca de 800 corredores participaron el 26 de enero de 2024 en la Villa de Teguise en la primera edición de la carrera solidaria Diabletes Race, organizada por CEIP Doctor Alfonso Spínola, el IES Teguise y el Ayuntamiento de Teguise e impulsada por la Fundación Unoentrecienmil, para financiar proyectos de investigación encaminados a encontrar cura a leucemia infantil.

Escultura en La Villa
El artista lanzaroteño Rigoberto Camacho es el autor de la escultura en honor a Los Diabletes que desde noviembre de 2013 luce en la plaza de San Francisco de la Villa de Teguise.

Por otro lado, en 2019 el Cabildo los homenajeó en la exposición ‘Buches y Diabletes. El Carnaval Tradicional de Lanzarote’, instalada en la Casa Amarilla (antigua sede del Cabildo de Lanzarote), en la Calle Real de Arrecife.

Bien de Interés Inmaterial de Canarias
El Pleno del Ayuntamiento de Teguise aprobó en diciembre de 2020 registrar la identidad de marca de Los Diabletes para que se respete al máximo el esfuerzo y trabajo por mantener intacta la tradición del pueblo de Teguise y solicitar al Gobierno de Canarias su declaración como Bien de Interés Inmaterial de Canarias al tratarse de una manifestación cultural que se ha perpetuado a lo largo de los siglos.

El Cronista Oficial de Teguise ha confirmado que se están llevando a cabo los trámites por parte del Ejecutivo regional para que Los Diabletes obtengan ese reconocimiento.

Aránzazu Fernández

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