Bajo el cielo de la noche de viernes, más de sesenta voces unidas por una misma historia resonaron con fuerza en el marco de las Fiestas de La Naval. Se trataba de una convocatoria especial de Los Melindrosos, que, tras anunciar su renuncia al próximo Carnaval, congregó a integrantes de todas sus épocas en un emotivo y simbólico encuentro.

Este concierto, previo al tradicional Chapuzón, se transformó en algo más que una despedida. Para la afilarmónica, en un momento de incertidumbre tras tres décadas ininterrumpidas en los escenarios, el acto se convirtió en un poderoso mensaje de unidad y legado.

El reencuentro de una familia

Félix Aguilera, secretario en funciones de la agrupación, vivió los días previos con una emoción contenida. “La idea original era juntar a murgueros de diferentes etapas, pero nunca anticipamos una respuesta tan masiva”, confiesa. La iniciativa comenzó con un grupo de WhatsApp de cien personas, y aunque no todos pudieron asistir, el resultado fue abrumador.

“Fue algo realmente especial. Reencontrarse con compañeros a los que no veías desde hacía doce años o más, y comprobar que, aunque algunos ahora estén en otras agrupaciones, todos sienten que Los Melindrosos son su familia. Eso demuestra que aquello de ‘soy Melindroso y Melindroso moriré’ no es solo un verso, es un sentimiento real”, explicó Aguilera.

Mirando al futuro con esperanza

A pesar de reconocer que atraviesan “días amargos”, el pesimismo no tiene cabida. El ambiente del reencuentro ha insuflado una nueva energía y una chispa de optimismo para el futuro.

“Nadie tiene una bola de cristal, pero esta actuación ha hecho que algo comience a moverse”, señala Aguilera. “Gente que nos comenta que se está animando a reencontrarse con la murga y volver. Es nuestra esperanza. Ojalá esto nos permita regresar en 2027”.

Fieles a su cita anual, Los Melindrosos cumplieron con la tradición y cantaron sus estrofas en su rincón emblemático, frente al Real Club Victoria. No fue un simple concierto, sino una potente declaración de intenciones: este no es un adiós definitivo, sino un ferviente “hasta la próxima”.

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