Antes incluso de que los primeros rayos de sol iluminaran la avenida de la Constitución, los más madrugadores —entre ellos, rostros emblemáticos del Carnaval de Santa Cruz— ya aseguraban sus sitios para no perderse el Desfile de las Fuerzas Armadas. Un evento que, más allá de su solemnidad castrense, se convirtió en un encuentro informal de las figuras más destacadas de las carnestolendas chicharreras.

Reinas y diseñadores: el toque carnavalero en el protocolo

El acto contó con un trío real de lujo: la reina Letizia Ortiz, acompañada por Elizabeth Ledesma Laker (soberana del Carnaval 2025) y su diseñador Alexis Santana —artífice de fantasías que han brillado en el coso—, e Idaira Afonso Nazco, reina de las Fiestas de Mayo y exinfanta carnavalera en 2015. Su presencia añadió un brillo festivo a la solemnidad militar, evocando recuerdos de galas en el Recinto Ferial.

Las gradas: tribuna de honor para los reyes de la fiesta

En las dos gradas instaladas —la de Regla (700 invitados) y la del Auditorio (400 plazas)— se mezclaron autoridades con pesos pesados del Carnaval. Maxi Carvajal, presidente de Diablos Locos, destacaba entre el público con su estilo inconfundible, mientras los dueños de Loro Parque —mecenas habituales de eventos isleños— compartían espacio con directivos de sociedades y, cómo no, con veteranos de agrupaciones.

  • Grada de Regla: Aquí, entre representantes vecinales, se colaron presidentes de asociaciones carnavaleras y miembros de colectivos como la Sociedad Mamels, cuyo representante, Manolo Peña, soltó una de las frases del día: «Este desfile lo ha montado una productora… ¡como las de nuestras finales!».

  • Grada Auditorio: El sector empresarial y social disfrutó de un brindis exclusivo en el Parque Marítimo, donde no faltaron anécdotas entre copas. «Esto es como el after de una gala, pero con más uniformes», bromeaba un excomponente de murga.

Momento viral: la ovación que confundió a Clavijo

El único altercado —festivo— lo provocó una ambulancia que intentó estacionarse frente al Auditorio. El abucheo del público, seguido de una ovación cuando el vehículo se retiró, coincidió con la llegada del presidente canario Fernando Clavijo, quien, al escuchar los aplausos, comenzó a saludar efusivamente creyéndose el destinatario. «¡Qué recibimiento!», comentaban entre risas los asistentes.

Desfile y después… rumbo al Puerto

Tras las 21 salvas de cañón —que hicieron a más de uno recordar los fuegos artificiales del Carnaval—, la multitud se dispersó: algunos hacia el brindis con el Rey, otros a tomar «el tentempié de rigor» en la calle Fomento, y la mayoría a colapsar la línea 101 con destino al Puerto. «Igual que cuando salimos del coso», remarcaba una veterana de comparsa.

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