La murga Los Sombreritos, la decana de Agüimes, celebra este año medio siglo de vida de manera ininterrumpida y como regalo recibirá el próximo domingo la Espiga de Oro de su municipio. Una distinción que les ha cogido de sorpresa, explica su director, Alejandro González, porque creían que este premio tiene una connotación más cultural y la murga, al fin, y al cabo es un grupo de gente que sale a pasarlo bien en los carnavales y a alegrar a la gente, asegura.
Sin embargo, ha sido porque ya forman parte del carnaval tradicional, porque con su labor han ayudado a mantener unos valores etnográficos y la idiosincrasia de Agüimes. «Y eso es un orgullo para nosotros», apunta.
El Ayuntamiento aprobó la entrega de este premio porque es una de las agrupaciones más emblemáticas del carnaval canario y un pilar fundamental de la tradición del municipio, conocida por su creatividad, humor y compromiso social, siempre conectando con el público a través de la sátira y el ingenio.
Además de su faceta artística, la murga ha tenido un importante impacto en la comunidad a través de diversas actividades sociales y culturales. «Su trabajo ha sido clave para mantener viva la esencia popular del carnaval, transmitiendo a las nuevas generaciones el espíritu festivo y crítico que siempre ha caracterizado a las murgas», especifica el Consistorio en el motivo de esta distinción.
Noventa componentes
Los Sombreritos está conformado por un colectivo de 90 personas, aunque suben a cantar algunos menos, entre 74 y 75, pero siguen haciendo los 90 disfraces. En la actualidad ha entrado gente más joven, pero aún se mantienen siete de los integrantes originales, aquellos que en 1975 decidieron crearla para divertirse en las fiestas entre un grupo de amigos. De más de 65 años son casi una veintena.
El director de la murga, Alejandro González, en la plaza del Rosario de Agüimes. Arcadio Suárez
González recuerda que en 1972 visitó Agüimes una murga de Telde, algo novedoso en Gran Canaria, no así en Tenerife, que ya tenía más tradición. Motivado por ello, el grupo inicial, formado por hombres y mujeres, con el patrocinio del Casino, años después se hizo un disfraz y salió por la calle a cantar canciones populares y con el paso del tiempo ya hicieron temas propios, rememora. En ese momento ni siquiera podían imaginar que iban a cumplir 50 años. Nunca faltaron a un concurso, salvo en pandemia, que se suspendió. Así que tienen sobre sus espaldas 48 actuaciones.
El director asegura que han ganado algunos premios en Agüimes, especialmente en los primeros años, y que salvo a algunos carnavales en Telde o en Ingenio, siempre han estado en su municipio porque no llegan al nivel de competición de otras murgas. Gracias a ello se han mantenido en el tiempo, porque ensayan solo dos veces por semana desde octubre y eso impide que los componentes se cansen. De hecho, más del 50 por ciento de sus integrantes provienen de otras formaciones porque su estilo es más adaptable y fácil de conciliar. «Nuestra filosofía es un poco de pasarlo bien, no somos tan competitivos, aunque queremos ganar como todo el mundo», apunta.
En sus letras le gusta siempre aportar algo de picaresca y tocar temas más locales del Ayuntamiento y de cuestiones más cotidianas. Este año ensañan para la fase del concurso una canción referente al aniversario con un disfraz de payaso. Eso sí, no desvelan aún ni la temática ni la vestimenta de la final, para mantener la sorpresa.
Celebración del aniversario
Este año será especial, porque el Festival de Narración Oral terminará en su sede como homenaje y hay murgas que ya le han dicho que harán una mención en el concurso capitalino.
Pero ellos tienen ya organizadas varias actividades. Por una lado, la presentación de un libro de su historia el 14 de febrero, seguido de una exposición de todos sus disfraces. Aunque el acto que más ilusión les hace es traer un coro del carnaval de Cádiz, el de Julio Pardo, conformado por 50 personas, que actuarán en dos galas junto a Los Sombreritos y Yeray Rodríguez en el Auditorio. Les queda un largo año de festejos y, sin duda, muchos más de disfrutar de las carnestolendas.
Cristina González Oliva