La repentina partida del querido humorista grancanario Jabicombé (Javier Santana Díaz) ha generado una ola de emociones en las Islas. Como respuesta a este dolor colectivo, ha surgido una propuesta conmovedora desde las redes sociales: la creación de un pasaje con su nombre en el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria.
Una idea que nace del corazón
El impulsor de esta iniciativa no es otro que el conocido creador de contenido Yacorán Rodríguez Betancor, más famoso por su alter ego Encarna Vals. A través de sus plataformas digitales, lanzó la sugerencia que rápidamente ganó apoyo masivo. “Sería una forma maravillosa de mantener presente a Jabicombé”, expresó el popular artista del transformismo, logrando que su mensaje resonara entre miles de personas.
El arte como legado impereceder
Jabicombé no fue simplemente un humorista; fue un cronista de la idiosincrasia canaria. A través de personajes como su icónica Barbra Straisend de Schamann, retrató con agudeza y cariño la esencia de la mujer canaria de barrio. Su obra, compuesta por más de una docena de espectáculos teatrales y contenidos virales, trascendió el entretenimiento para convertirse en un reflejo de la sociedad isleña.
Schamann: el barrio que inspiró una leyenda
El vínculo del artista con su comunidad fue siempre su sello distintivo. En 2015, como pregonero de las Fiestas de los Dolores de Ciudad Alta, declaró con orgullo: “Schamann es un barrio de gente audaz, de gente máxima, de gente con Voluntad y en definitiva, de gente Infinita”. Esta conexión con sus raíces fue el combustible de su creatividad y lo que hoy motiva a sus seguidores a pedir que su nombre quede grabado en la geografía carnavalera.
Más que una calle: un símbolo cultural
El Carnaval de Las Palmas representa mucho más que una celebración; es un espacio donde conviven tradición, crítica social y expresión popular. La propuesta de dedicar un pasaje a Jabicombé adquiere así un profundo significado: sería un reconocimiento a quien supo capturar el alma canaria y devolverla convertida en arte.
Mientras la idea sigue sumando adhesiones, tanto de la ciudadanía como del mundo cultural, se consolida como el homenaje perfecto para quien hizo reír y pensar a generaciones enteras. Un tributo que, de materializarse, permitiría que su espíritu siguiera presente en la fiesta que tanto disfrutó y en la tierra que tanto amó.