No todo en una murga es la letra, la música o el ensayo riguroso. A veces, lo más importante ocurre entre nota y nota, en esos espacios donde la amistad y la complicidad se tejen sin prisa. La murga infantil Minivirgues lo sabe bien y por eso dedicó el pasado fin de semana a fortalecer esos lazos invisibles que luego se traducen en armonía sobre el escenario.
Lejos de los atriles y las partituras, los jóvenes integrantes, acompañados por sus familias y amigos, disfrutaron de una jornada de pura convivencia. El objetivo no era perfeccionar una estrofa, sino compartir “momentos súper divertidos”, como definió la agrupación en sus redes sociales, donde posteriormente compartió una galería fotográfica que captura la esencia del día.
El verdadero ensayo: el del corazón
Las imágenes publicadas hablan por sí solas: sonrisas espontáneas, juegos, complicidad entre los niños y el apoyo de las familias formando una gran comunidad alrededor del proyecto murguero. Este tipo de encuentros son fundamentales para la cohesión del grupo, especialmente en una categoría infantil donde los valores de compañerismo, respeto y trabajo en equipo son tan importantes como el resultado artístico final.
La Minivirgues, con esta iniciativa, demuestra una comprensión profunda de lo que significa formar parte de una murga. Se trata de crecer juntos, de aprender a escucharse y apoyarse dentro y fuera del escenario. Estas vivencias compartidas son el combustible que luego les dará la confianza y la unidad necesarias para enfrentarse al público.
La familia, el pilar invisible
El agradecimiento y la inclusión de las familias en la actividad no es un detalle menor. En el mundo de las agrupaciones infantiles, el apoyo familiar es el pilar logístico y emocional que sostiene todo el esfuerzo. Dedicar un día a integrarlos activamente en la vida del grupo fortalece ese ecosistema necesario para que los niños puedan disfrutar y comprometerse con su pasión.
Más que futuros murgueros, ciudadanos de la fiesta
Eventos como este trascienden lo meramente recreativo. Son una inversión en el futuro del Carnaval. Estos niños no solo están aprendiendo a cantar una crítica; están internalizando, desde la experiencia directa, los valores de comunidad, pertenencia y alegría compartida que son la verdadera esencia de la fiesta. La Minivirgues no está solo formando futuros componentes, sino futuros amantes y defensores de la cultura murguera.
La galería de imágenes, impregnada de complicidad y alegría, es el mejor testimonio del éxito de la jornada. Un recordatorio de que, a menudo, el ensayo más importante no tiene director musical, sino que se dirige desde el corazón.