El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se enfrenta a uno de los relevos más delicados de los últimos años con la salida de Inmaculada Medina de la Concejalía de Carnaval. A solo dos meses del inicio de los festejos y en vísperas del 50 aniversario, la alcaldesa Carolina Darias debe elegir a un sucesor que combine conocimiento del tejido festivo, capacidad de gestión y sensibilidad social.
Entre los perfiles que cobran fuerza dentro del grupo socialista destaca Betsaida González, actual concejala de Igualdad. Reconocida por su trabajo cercano con los colectivos ciudadanos y su manejo de políticas transversales, González representa una opción que podría dar continuidad al carácter social y participativo que Medina imprimió a la fiesta. Junto a ella, también se menciona a Carlos Alberto Díaz, valorado por su energía y potencial para conectar con las nuevas generaciones de carnavaleros.
Un legado difícil de igualar
Medina no solo deja una concejalía, sino una forma de entender el Carnaval. Como señalaba la analista Encarna Vals, “Inma llegó a la concejalía siendo ya carnavalera; su sustitución exige alguien que sienta la fiesta como propia”. Durante sus diez años al frente del área, tejió una red de confianza con agrupaciones, diseñadores y artistas que ahora puede resentirse.
La designación de su reemplazo llega en un momento crítico: el próximo responsable deberá pilotar no solo la edición de 2026, sino también los preparativos del aniversario más importante de la historia del Carnaval capitalino, todo ello con la Sociedad de Promoción bajo la lupa judicial y en un escenario político frágil por las tensiones entre los socios de gobierno.
Más que un cargo, una actitud
Desde los colectivos carnavaleros insisten en que el puesto requiere “vocación, no solo gestión”. Betsaida González, con su perfil social y experiencia en Igualdad, encarna un modelo de concejalía alineado con valores como la diversidad y la inclusión, pilares del Carnaval contemporáneo. Sin embargo, deberá demostrar también capacidad para manejar presupuestos, plazos ajustados y una logística compleja.
El Pleno del 28 de noviembre despejará incógnitas, pero una cosa es clara: quien herede el bastón de mando se jugará no solo el éxito de la próxima edición, sino también la credibilidad del gobierno en una fiesta que es seña de identidad de la ciudad.