El miércoles más emotivo del Carnaval de Santa Cruz llegó cargado de nostalgia y despedidas. A pesar de las lluvias que han marcado esta edición, el tiempo dio una tregua para permitir que el tradicional Entierro de la Sardina se celebrara con todo su esplendor. Sin embargo, las lágrimas no faltaron, aunque no fueran por el agua que caía del cielo, sino por el adiós simbólico .
Un cortejo lleno de color y teatralidad
Desde temprano, la calle Juan Pablo II se llenó de vida. Plumajes, brillos, sombreros y fulares elegantes dominaron el paisaje, mientras las viudas, con sus pañuelos en mano, arrancaban risas con su dramatismo exagerado y su ironía característica. El ambiente festivo se mezcló con la melancolía de un adiós inevitable, pero también con la alegría de quienes saben que el Carnaval es, ante todo, una celebración de la libertad y la fantasía.
La sardina, diseñada este año por Elena González, hija del fundador de la Fufa, Enrique González, lució un estilo inspirado en el corazón de África. Con colores vibrantes como el naranja, verde, amarillo y azul, y detalles como dilataciones rojas en las orejas y una peluca afro, la difunta se convirtió en el centro de atención de un cortejo que combinó tradición y modernidad.
Un desfile que mezcla lo sagrado y lo profano
A las 21:00 horas, bajo algunas gotas de lluvia, comenzó el desfile que culminaría con la quema de la sardina en la Avenida Marítima. El cortejo fúnebre, inspirado en los ritos africanos, estuvo acompañado de plegarias, cantos y danzas en honor a la difunta. Viudas, sacerdotes, monjas, diablos, ángeles, brujas y hasta fantasmas desfilaron junto a la sardina, creando un espectáculo lleno de simbolismo y humor.
“¡Ay, sardina mía, te nos fuiste tan joven!” o “En el nombre del bacalao, la merluza y el espíritu del cherne, demos el último adiós a nuestra pecadora favorita”, se escuchó entre lágrimas fingidas y risas cómplices. La Cofradía del Chicharro de la Afilarmónica Ni Fú-Ni Fá y los icónicos botones de la Casa del Miedo no faltaron a la cita, añadiendo su toque de humor y tradición al evento.
Música, baile y desenfreno
A lo largo del recorrido, las calles del Pilar y Méndez Núñez se convirtieron en escenario de lamentos exagerados, desmayos teatrales y provocaciones pícaras que arrancaron carcajadas al público. La música, a cargo de Pepe Benavente, el Morocho y Jhonny Maquinaria, puso la banda sonora a esta despedida carnavalera.
En la Plaza del Príncipe, la orquesta Nueva Línea animó a los presentes con clásicos como “Marejada”, mientras algunos se unían al desfile y otros preferían quedarse a bailar. La fiesta se prolongó hasta las 03:00 de la madrugada, con la actuación de The Boys Machine como broche final.
El adiós definitivo
Mientras la música resonaba en el centro de la ciudad, la sardina continuó su camino hacia la Plaza de España, donde, como es tradición, fue consumida por las llamas en la Avenida Marítima. Su quema marcó el inicio del último fin de semana del Carnaval 2025: el de Piñata, que promete cerrar esta edición con broche de oro.
El Entierro de la Sardina no solo es una despedida simbólica, sino también un recordatorio de que el Carnaval es una fiesta que vive en la memoria de quienes la disfrutan. Y aunque las lágrimas hayan sido inevitables, también lo ha sido la risa, el baile y la alegría que, una vez más, demostraron que el espíritu del Carnaval es imparable.