Apenas hace menos de una semana el consistorio capitalino anunciaba la suspensión del carnaval 2021 y nos pusimos a mirara de reojo para el carnaval 2022.

Hoy uno de los colectivos señeros de nuestro carnaval, la murga Los Diablos Locos. El alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, hará entrega del local de titularidad municipal rehabilitado a la murga Diablos Locos ,  a las 18:30 horas en la calle Candelaria nº3. La obra forma parte del programa de acondicionamiento de inmuebles de titularidad municipal utilizados por colectivos sociales o ciudadanos.

El acto contará también con la participación del séptimo teniente de alcalde y concejal de Fiestas, Alfonso Cabello, y del octavo teniente de alcalde y concejal de Infraestructuras, Dámaso Arteaga.

El local de ensayo de la calle Candelaria es un búnker. Transmite seguridad. Toda la carpintería que estaba afectada se ha sustituido, se ha recuperado una parte de la tea y se ha intervenido en los suelos de las tres alturas. A la obra actual le queda un mes y medio aún de trabajo, pero ya permite descubrir el flamante estado, a falta del acabado, como la instalación de alumbrado led.

Basta con mirar la piedra exterior para descubrir la calidad con la que ha intervenido la contrata Construcciones Olano, pues han borrado “las cincuenta manos de pintura” que se le ha dado, como dirían los murgueros, a una construcción que tiene más de un siglo y medio; en las últimas cuatro décadas sus moradores han sido los murgueros trónicos del Carnaval.

La obra respeta la configuración de la fachada, pero el visitante, nada más adentrarse, se alonga a un local del siglo XXI. Los antiguos escalones desde los que se accedía a la derecha a la pequeña oficina y luego a un baño, y desde ese pasillo se dirigía a la derecha a la cocina y a la izquierda al local se abren a un espacio diáfano propio de una sala de exposiciones para realzar el trabajo artesanal de lo que supone sacar una murga. Ahora, desde la calle se accede directamente en una pequeña rampa al local de ensayo, cuya cubierta de carpintería ha sido totalmente repuesta. En la planta de acceso, desde la calle Candelaria, se encuentra la sala de ensayo, totalmente diáfana, que limita a la derecha con una barra. Desde esa zona próxima a la cocina se accede a la oficina trónica, donde la constructora, bajo la tutela del arquitecto, Alejandro Beautell, ha dejado su impronta, pues se rescata parte del revestimiento original que tenía el suelo de la casa en esa estancia.

Al ver la barra de la cantina, que limita la zona para los ensayos, es imposible no acordarse de Bolodia y doña Candelaria, y cómo no… ¡sus arepas!, nada que ver con el pequeño espacio donde cocinaban estas exquisiteces que han colocado a Diablos Locos en la agenda gastronómica del Carnaval, para orgullo de los herederos del espíritu de Tom Carby.

En el salón de ensayo, dejando las ventanas a la calle a la izquierda, se descubre el frente del local, según la ubicación que han adoptado. Eso sí, los componentes percibirán que no tiene tanto largo como antes de la obra, ya que la pared se ha recortado -pasó de doce a nueve metros de fondo la casa- para habilitar detrás un patio que actúa como distribuidor para acceder a un amplio baño y a unas escaleras de acceso a la parte alta de la casa.

A falta de algún detalle, destaca la amplitud y la claridad del local, gracias precisamente a ese patio trasero, a falta de que se resuelva una pequeña cubierta a modo de claraboya para garantizar que los componentes no se mojen, aunque solo llueva 18 días al año, tomando de referencia los datos aportados por el arquitecto, que ya busca respuesta a este retoque.

Desde ese patio se puede acceder a la parte baja del la casa, que antes servía de almacén, a pesar de la humedad, y que los operarios han trabajado para rebajar el suelo, lo que le ha permitido dar más altura a esta zona en favor del confort, generando una estancia cómoda y elegante, ahora sin humedades y con un remozado ventanillo que facilita la ventilación.

Por la misma escalera del patio interior se podrá acceder a la cubierta de la casa. En su lugar estaba el cuarto de trabajo de la murga, una solución que ahora se buscará para que los Diablos Locos al menos puedan tener sus mesas y su material para elaborar las botas y los zapatos. Desde esta azotea, totalmente diáfana, se disfruta de una vista única de la torre de La Concepción, en la que muchas veces se recreó el fundador y célebre director de la murga, Tom Carby, y ahora, décadas después, se renueva para el disfrute de la tercera generación trónica.

 

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